"Me perdono a mí mismo por no ser quien yo quería ser en el pasado para poder concentrarme en ser quien yo quiero ser ahora"
― The Thoughtful Beast"
POV Armando
Yo jamás pensé volver a ver a esta mujer, pero aquí está en la puerta de mi oficina, exigiendo que la reciba con una gran prepotencia y su voz que intenta sonar como a niña mimada pero es más chillona que tierna.
Isabel Haydar era una mujer que había conocido en una galería de arte, en uno de esos eventos de la alta alcurnia capitalina, a los que asistíamos con Mario para relacionarnos con la gente elegante y pudiente del país.
Era una muy hermosa estudiante de comunicación social y modelo novata, una chica nacida en la zona del eje cafetero proveniente de una familia de comerciantes, tenía finos rasgos con unos ojos grandes y obvios retoque de cirugía que le daban las curvas definidas dónde debían estar.
Según los estándares del Armando de aquellos días, era una mujer perfecta, una del tipo que había captado al instante la atención del futuro presidente de Ecomoda.
Para mí, al día de hoy y después de todo lo que he aprendido, no tiene sentido esa forma de pensar que tuve y me avergüenzo, en verdad lo hago, de haberme comportado así de idiota.
Sé que nuestras experiencias nos definen y que no seríamos lo que somos hoy si no fuera por eso, pero por todos los cielos, esta mujer fue una de las peores experiencias que tuve.
El día que la conocí tenía un solo defecto que yo, por supuesto, decidí ignorar. Isabel iba colgada del brazo de un importante empresario de eventos y espectáculos. Era su segunda esposa.
El tipo pasaba de los 60 años, mientras que Isabel apenas tendría unos 25 en ese momento. A mi manera de ver el tipo tenía una linda esposa trofeo y ella una buena billetera con todas las comodidades.
Ahí era dónde yo encontraba una buena oportunidad, porque las mujeres así no buscan formalizar nada, no buscan casarse o una familia, eso ya se supone que lo tienen.
Era de esas mujeres que quieren una oportunidad para sentirse jóvenes de nuevo, alejarse del viejo con el que deben aguantarse enganchadas y volver a hacer cosas de gente joven y viva, incluidas buenas e intensas noches de sexo ardiente donde no deban preocuparse que el tipo encima de ellas morirá de un ataque cardiaco.
Y eso fue lo que pasó entre los dos. Después de conocerla y coquetearle un poco por fuera de la mirada del esposo, ella me buscó hasta que se ganó mi atención y salimos por al menos dos meses.
Yo era su juguete, nos escapábamos constantemente, pasábamos las tardes o parte de las noches en costosos hoteles a las afueras de la ciudad, era insaciable en la cama y eso de alguna manera alimentaba mi ego, pero luego ella me presionaba para que hiciera todo lo que ella deseaba, fuera y volviera justo a dónde ella quería, y yo como un imbécil, pensando con la entrepierna, no le decía que no a nada.
Tenía pocas responsabilidades en ese momento y mi familia no preguntaba demasiado, pero Marcela ya empezaba a presionarme por el asunto de la presidencia y de una fecha para la boda.
Yo todavía pasaba mucho tiempo en mi apartamento y Marcela aún no controlaba mis movimientos como lo empezó a hacer después del compromiso.
Así era que yo saltaba entre Isabel y alguna que otra de las modelos de siempre, hasta que su esposo se enteró que ella frecuentaba a otros hombres. Al parecer yo no era el único con el que jugaba.
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Ilusión
FanfictionDespués de mucho esfuerzo, Armando ha logrado que Betty lo escuche y ella ha decidido que vale la pena darle una nueva oportunidad, se quedará en Ecomoda pero... ¿Logrará que se quede con él? Esta historia está ubicada después de los eventos de "D...