Capítulo 26

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"...Te amo.

Lo que quieren decir otros hombres cuando usan esa expresión no lo sé; lo que quiero decir yo es que estoy bajo la influencia de una atracción terrible, que he resistido en vano y que me domina. Puedes arrastrarme al fuego, puedes arrastrarme a la horca, puedes arrastrarme a la muerte, puedes arrastrarme a todo aquello que siempre he evitado, puedes arrastrarme a cualquier peligro y cualquier desgracia. A eso y a la confusión de mis pensamientos, que es tal que no valgo para nada, es a lo que me refiero cuando digo que eres mi ruina."

— Charles Dickens



POV Armando

-Camila, necesito hablar contigo, dime que no has almorzado todavía –le digo yo cuando me contesta por fin el teléfono.

Esta mañana mientras yo me ponía al día con todo lo que tenía pendiente en cuanto a las franquicias, recibí una llamada de un número desconocido.

Era Camila que acababa de comprar un teléfono nuevo para usarlo mientras estuviera en Colombia, así que pudo contactarme sin problema para contarme que estaba visitando a una amiga con la que aún mantiene contacto por teléfono y correos electrónicos.

Me dijo que luego iría a hacer algunas compras, regalos para llevar al regresar a su casa, a los amigos y la familia.

Yo me alegro que viniera y no se encontrara con un panorama peor acá, que sea ahora más una visita de hermana que un angustioso momento de ayudarme a sanar mis heridas.

Pero en este momento creo que voy a dañarle el rato porque la necesito.

-Estoy terminando de hacer algunas compras hermanito, aún no he almorzado... ¿Qué sucede? -me dice con tono preocupado -Me dijiste que irías al almorzar con Beatriz ¿Qué pasó?

-Pues no pude Cami, porque ella tenía otros planes -le respondo mientras miro al cielo bastante nublado y resoplo, una tormenta combinaría perfecta con la molestia que siento en estos momentos -¿Dónde estás? Voy y almorzamos juntos.

-¿Conoces el centro comercial La Esmeralda?

Un lugar pequeño pero muy reconocido por sus almacenes de joyería, adornos artesanales, negocios de arte y moda nacional.

-Claro que sí, llego en quince minutos, nos vemos en la entrada norte, hay un restaurante italiano fabuloso al lado del centro comercial.

-Allá nos vemos Nano, conduce con cuidado.

Cuelgo la llamada y guardo el teléfono en mi bolsillo.

Necesito desahogarme con mi hermana, porque traté de ser muy comprensivo y maduro frente a Beatriz pero estoy ardiendo de la rabia que me da que no me contara algo tan importante como que iría a un evento esta noche.

¿Tan importante soy para ella que no consideró necesario informarme que tenía planes?

¿Y porque carajos es justo al mismo evento a dónde tan alegremente irá el tal imbécil ese?

Tengo mil preguntas iguales o peores revoloteando en mi cabeza, pero necesito concentrarme para manejar hasta dónde está Camila.

Y necesito que ella me escuche para que pueda aconsejarme o me va a dar una úlcera.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Desde que llegué por ella y entramos al restaurante le estoy contando todo lo que ha sucedido en mi día. Primero los hermosos momentos con Betty y lo bien que me sentí con su manera de reaccionar ante mí saludo, luego conocer al idiota ese del que tanto había escuchado.

IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora