Capítulo 11

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"De nadie seré, sólo de ti. Hasta que mis huesos se vuelvan cenizas y mi corazón deje de latir."

― Pablo Neruda


POV Beatriz

Cuando vamos por el corredor nos encontramos con Catalina que va saliendo de su habitación.

-Hola muchachos, disculpen por haberlos dejado así en la mesa, debía responder esa llamada –nos explica -Estoy algo cansada y ya me voy a dormir. Voy por un vaso con agua.

-No se preocupe doña Catalina –le respondo yo –nosotros ya dejamos todo limpio, nos vemos mañana temprano, que descanse.

-Si Cata, nosotros también nos vamos a dormir temprano, hasta mañana –le dice Armando mientras aprieta un poco mi mano y me lleva para que sigamos.

-Hasta mañana -ella nos sonríe, se despide con la mano y va para la cocina.

Cierro la puerta de la habitación tras de mí y él me mira con inquietud.

-¿Qué pasa mi vida? –Me pregunta sin soltarme la mano –La veo como preocupada.

Debo confesarle lo que me da vueltas en la cabeza con relación a todo esto.

-Yo voy a necesitar que usted me ayude con esto, porque la verdad... nunca antes lo hice y me da algo de nervios lastimarlo –le digo explicándole el motivo de mi preocupación.

-Tranquila mi doctora preciosa, que yo le voy indicando lo que debe hacer – me dice con una tierna sonrisa.

Armando tiene un pequeño bolso guardado en el armario, lo saca y me lo entrega.

-Aquí está todo lo que necesita, la cuchilla de afeitar, gel para la afeitada y la loción para después -me indica mientras que yo le recibo el pequeño bolso de color negro.

Lo apoyo en la cama y me quito el saco, que también dejo sobre la cama. Armando me mira curioso.

-No voy a mojarme toda, necesito comodidad para hacer esto -le digo mientras me recojo hasta los codos las mangas de la blusa blanca que tengo puesta.

-Tiene razón, yo suelo afeitarme después de ducharme, estando en toalla, así no mojo ni ensucio mi ropa.

-Si se quita la camisa le va a dar frío... -le digo algo preocupada porque a esta hora la temperatura está bajando.

-No se preocupe, adentro del baño no está tan frío, pero eso sí, va a tener que ayudarme.

Le ayudo a quitarse con cuidado la chaqueta y la camiseta que tiene puestas, queda solamente con el pantalón de sudadera y los zapatos tenis.

Entramos al baño y él cierra la puerta tras de si, yo dejo el bolso sobre el mesón y saco las cosas.

El lugar está más iluminado que la habitación, lo cual es bueno porque me dejará ver bien lo que hago, pero por otro lado me permite volver a detallar todos los golpes y moretones en su cuerpo.

Necesito concentrarme en su rostro, y eso va a ser solo la primera parte de este reto.

-Me voy a lavar la cara con agua tibia para empezar, de ahí en adelante usted sigue -me dice él -empieza por las mejillas de arriba hacia abajo, luego la barbilla -va mostrándome con su mano la dirección -yo asiento cuando me mira y él sonríe.

-Vamos despacio y usted me va guiando- le digo mientras le tomo la otra mano.

-Claro mi vida, vamos despacio -me susurra.

Cuando termina de lavarse la cara con el agua tibia, toma una toalla y se seca con toques suaves mirándose al espejo para no lastimarse las heridas que tiene.

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