Capítulo 17

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Para ti hermanita, vives en mis pensamientos y mi corazón, para siempre.



POV Armando


Es hora de hacer las cosas como se debe, como yo quería hacerlo.

Había soñado con este momento en que por fin pudiera tener conmigo, juntas, a estas dos mujeres.

Pero un susurro da vueltas en lo profundo de mi mente, esa pequeña espina del malestar que me causa aquel rumor que se desliza por los pasillos de Ecomoda, aquel que involucra a la mujer que ahora camina de mi brazo rumbo a la mesa.

Sin embargo, decido que por ahora no voy a prestar más atención a esos chismes, que es mejor no decirle nada a Betty porque ella seguramente se molestará, igual que lo hizo Camila, al saber que ando yo escuchando esos rumores. Porque creer en chismes es ridículo, a pesar de lo mucho que en ocasiones informan, de la verdad que pueden llevar. Decido entonces que ignoraré los comentarios malintencionados y los rumores.

-¡Por fin regresan muchachos! –exclama Camila al vernos llegar –Vengan a sentarse que no demora en llegar la comida.

Betty deja mi brazo y se sienta mientras yo como un caballero le ayudo a retirar la silla. Puedo ver que se siente algo incómoda.

-Bueno –aseguro después de sentarme –si ustedes me lo permiten mis hermosas damas, voy a hacer esto como se debe. Beatriz, mi vida, le presento a mi hermana Camila Mendoza –digo mientras ella me mira –y hermanita, te presento a Beatriz Pinzón Solano, la dueña de mi corazón –agrego en voz baja sonriéndole, ya que no puedo hacer nada más comprometedor aquí en medio de tanta gente.

Y las dos sonríen, no sé si se ríen de mi o conmigo pero verlas contentas para mi es suficiente.

-Mucho gusto Beatriz –dice Camila extendiendo su mano mientras Betty le acepta el gesto –que bueno poder conocerla en persona, me alegro que mi hermanito menso la tuviera a usted para cuidarlo.

-¡Oye Camila! –reclamo yo con indignación.

Betty se ríe, una de sus hermosas risitas que tanto adoro.

-Es un gusto también para mi Camila y créame que yo también me alegro de haber estado ahí para poder ayudarlo –afirma Betty mientras yo llevo mi mano bajo la mesa y alcanzo a rozar su pierna –su hermano es demasiado necio cuando se lo propone –afirma dando un sobresalto casi imperceptible.

-¡Completamente de acuerdo! –afirma Camila, suelta la mano de Betty y de nuevo se ríen.

-Qué bueno que ambas puedan divertirse a costillas mías.

Y entonces llega nuestra comida, yo retiro mi mano del punto de contacto que tenía en su pierna y los meseros nos sirven platos y bebidas, veo con satisfacción este pequeño instante en el que todo es perfecto, y como compartir un almuerzo con dos de las personas más importantes para mí es algo tan importante y tan especial.

Me siento como hace mucho no me sentía, me siento como en familia.

-¡Este ajiaco está fabuloso! –dice mi hermana mientras todos empezamos a comer –hace mucho que no comía esta delicia, es uno de mis platos favoritos de la cocina colombiana. Pero cuénteme Beatriz, como se porta este muchachito –dice señalándome levemente con la cuchara - ¿Le da mucho problema? No me lo imagino quedándose quieto.

Ella me mira y se sonríe.

-Se ha portado muy bien, de hecho a pesar de las quejas se ha quedado bastante quieto –afirma Betty mientras yo le doy una mirada irónica.

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