Capítulo 36

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"Largamente, sin apuro, en la paz de la noche habitó en ella 

deteniéndose en el umbral de cada sensación,

saludando al placer, tomando posesión al tiempo que se entregaba."

― Isabel Allende



Nota Importante: agradezco de corazón sus comentarios, me encanta cuando reaccionan y se vuelven parte de mi historia, pero les informo que desde ahora no estaré respondiendo a comentarios violentos ni agresivos, sin importar si es contra mi persona o contra los personajes. Esta historia es un trabajo de ficción, es una obra de creatividad y como tal puede no ser del gusto de todos a pesar que es totalmente Armetty. Si sientes que no es de tu gusto y no puedes tener paciencia para ver desenvolverse la trama, te recomiendo que esperes a que esté terminada o quizás te sientas más cómodo leyendo otro tipo de historia.

Vamos a conservar este espacio como un lugar agradable para divertirnos y dónde podamos interactuar sin cargarnos de energía negativa. Un abrazo inmenso y feliz lectura.



POV Armando


Removerme entre las sábanas fue suficiente para que en el letargo del sueño me diera cuenta que ya no estaba soñando, no, ya no era un sueño. Estaba despierto y ella estaba a mi lado. Un ruido, eso fue lo que me despertó, puertas cerrándose, seguro era Camila llegando.

Sin abrir los ojos, mi mente fue consciente de mi cuerpo todavía desnudo bajo las sábanas, y aún más importante, su cuerpo desnudo reposaba sobre el mío.

No eran la suave colcha la que me cubría del frío de la madrugada, era el calor de su cuerpo irradiando una deliciosa calidez de su piel y sus formas.

Estaba aquí, finalmente estaba en mi hogar, en mi habitación, en mi cama, entre mis propias sabanas. Aun mi mente no se adapta a la maravilla de su presencia acá en mi espacio, a lo sublime de volver a haberla hecho mía.

Su pierna está entrelazada a las mías, su pubis descarada y gloriosamente recostado en mi cadera mientras que en mi costado sus senos se aprietan contra mí con cada una de sus respiraciones. Su brazo descansado sobre mi cuerpo y su manita sobre mi pecho se mueve al compás de mis respiraciones cubierta con mi propia mano.

Abro los ojos y con la poca luz que entra por mi ventana proveniente de la luna clara que desciende hacia el horizonte, pude ver sus ojos cerrados con sus pestañas haciendo sombras sobre sus mejillas y sus labios solo un poquito abiertos permitiéndole respirar como una niña, tranquila y en paz.

Con todo y la desnudez de ambos, mi mente, mi cuerpo y mi alma, lo que más irradian es satisfacción. Por supuesto que la parte más salvaje de mi quiere despertarla entre caricias sexuales y aprovechar que aun la tengo para mí solo, antes de volver a la realidad de la oficina. Pero a la vez un cúmulo de emociones se anidan en mi pecho al tenerla abrazada de esa forma, con toda su confianza, su calidez y ternura reposando sobre mi cuerpo.

Después de tantas cosas vividas, al fin habíamos pasado toda una noche juntos como yo tanto había fantaseado en mi solitaria desesperación.

Tanto la anhelaba de esta manera que, ahora que está en mis brazos, desde mi estómago asciende burbujeante una alegre risa que debo reprimir en mi boca para no despertarla, pero mi pecho se agita y la siento removerse un poco al tiempo que desliza su mano haciéndome cosquillas por lo suave del roce y me abraza, mientras acomoda mejor su cabecita en mi pecho.

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