Capítulo 21

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"La eternidad no implica que algo dure para siempre. La sensación de vivir en un presente pleno, de estar donde, cómo y con quien queremos, eso es eternidad."

― Gabriel Rolón, El precio de la pasión



POV Armando


-Buenos días mi vida –la saludo yo al entrar a la oficina y cierro la puerta detrás de mí con seguro.

-Buenos días mi amor –me responde ella dejando sobre el escritorio las carpetas que estaba leyendo y llegando hasta mí.

Betty toma mi corbata y me hala hacía ella, me toma con una mano del cuello y me besa apasionadamente.

-Doctor –me susurra entre besos –lo extrañé demasiado, béseme, béseme mucho.

Me excita tanto cuando me dice Doctor de esa manera, cuando me lo susurra sensualmente, porque ella misma me lo ha confirmado, que le gusta decirme así.

No puedo responderle nada porque redobla sus esfuerzos, apenas y logro gemir bajo sus labios, derritiéndome entre sus manos que empiezan a desabrochar mi chaqueta, mientras yo voy usando las mías para tomarla de la cintura y sostenerla lo mejor que puedo, para dejarla hacer lo que tan hábilmente pretende.

Entonces ella me empuja hacia el sofá, yo caigo sentado sin poder evitarlo y ella se apoya en mi pecho para acomodarse sentada a horcajadas sobre mí.

Mis brazos las rodean al instante y al abrazarla se desliza, arrancando de mi garganta un gemido bajo y grave. Esta mujer me va a matar si sigue moviéndose así, voy a quedar como un imbécil que no logra ni llegar a quitarse la ropa.

Sentir su peso de esa manera, sus besos que empiezan a bajar por mi barbilla y mi cuello... sus manos que empiezan a sacar mi camisa del pantalón...

-Betty... aquí pueden vernos... –logro susurrarle mientras ella tomando mi rostro vuelve a atacarme con fiereza, mordiendo mis labios para después volver a besarlos sin pausa...

-No me importa Armando... -me responde con la voz agitada y muy sensual – yo lo quiero ya mismo, no voy a dejar pasar un minuto más –agrega mientras desabotona mi camisa y rápidamente lleva sus besos húmedos hasta mi pecho -y si alguien nos ve pues que se gire o que se antoje.

Y lo que ella acaba de decir es registrado por mi mente nublada y a punto de pasar al paraíso.

Entonces me doy cuenta de lo que está sucediendo...

-¡Betty! – la llamo mientras me despierto agitado, confundido y demasiado excitado como para moverme. Miro a mi alrededor y la luz de la luna se filtra por el borde de la cortina.

Estoy en mi cama, todo sudado y en un estado que es casi que doloroso. Pero estoy sin ella, estoy completamente solo.

Era obvio que no era más que un sueño espectacular. Mi Betty aún se siente demasiado insegura como para asaltarme de esa manera en la oficina y menos desafiar la posibilidad de que nos vean.

-Pero como quisiera yo que esto se hiciera realidad mi vida hermosa –susurro para mí mismo mientras observo y toco la compleja situación en que me ha dejado soñar con ella.

Fue demasiado real, tan vívido que aún siento sus manos en mí, aún siento mis labios ardiendo por haber sido poseídos a su gusto y deseo, y me parece sentir las marcas de sus mordiscos en mi cuello a pesar de que no es posible porque físicamente no sucedió.

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