Capítulo 30

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 "Nunca creas que eres tan bueno o importante, tan correcto u orgulloso, que no puedas arrodillarte a los pies de alguien a quien lastimas y ofrecerle una disculpa sincera y humilde"

— Richelle E. Goodrich



POV Beatriz


Miro mi reloj de nuevo y suspiro. Llevo toda la tarde así, mirando el pasar del tiempo de forma obsesiva, tratando de no pensar mucho en la llamada que voy a hacer o en lo que sucederá si aun así, él no me escucha o no le interesan mis explicaciones.

Miro la agenda que tengo entre mis manos, los bordes garabateados alrededor de las citas y anotaciones importantes. Se supone que eso ayuda a concentrarse

Ya todo el mundo ha salido de Ecomoda ya, son casi las siete de la noche.

En otras épocas la hora de salida y llegada a la empresa no me importaba mucho, pero ahora tengo una vida privada y una razón por la cual no pasar aquí todo el día enterrada bajo papeles y metida entre hojas de Excel.

Sigo en mi oficina, afuera ya no hay nadie así que supongo que es buena hora para llamarle. Tomo el teléfono y le marco a su celular, timbra varias veces y no responde.

No me extraña, se veía muy reacio a encontrarnos, a que podamos hablar.

Él dice que por ahora es mejor que no hablemos pero yo no estoy dispuesta a esperar indefinidamente a que se le pase el enojo, a que tenga suficiente tiempo para pensar que ya no vale la pena conservar esto.

Vuelvo a llamar una y dos veces, pero aún no contesta.

Si cree que le funcionará esta vez, está muy, muy equivocado, porque a pesar de todo, insistiré en hablar con él hasta que me escuche.

Organizo las cosas que tengo pendientes en el escritorio para salir de una vez, voy para su casa que aunque nunca he visitado si se dónde queda, tengo la dirección anotada en un papel justo debajo de mi bandeja para el correo.

Guardo todo en mi bolso y me pongo el abrigo. Pero entonces veo hacia la entrada semiabierta del "hueco" aquel lugar que solía ser mi oficina.

Entro y la nostalgia me invade. Una mezcla de recuerdos tristes pero al mismo tiempo, esperanzadores llegan rápidamente a mí. Enciendo la lámpara y veo de nuevo ese momento en que yo juraba que mentía, que profesaba falsos amores y que me llenaba de besos ficticios, mientras él no hacía más que confesarse, mientras que Armando ansiaba terminar con todo el asunto de la junta directiva, salir de la entrega del informe y poder cambiar su futuro. Nuestro futuro.

Y ese es otro de los momentos que en mi mente todavía tienen un sabor agridulce, que cuentan una historia que mi corazón ve de una manera mientras que mi lógica me asegura lo contrario.

Respiro profundo y esos recuerdos se esfuman. Saco mi celular y vuelvo a marcar, si no me contesta entonces tomaré la primera de una serie de acciones definitivas.



POV Armando

-Armando, yo entiendo que estés molesto pero... ¿En verdad vas a negarte a contestar todas sus llamadas? -me dice Camila mientras cenamos en uno de sus restaurantes favoritos de comida típica.

Acaba de sonar mi celular por tercera vez, he decidido silenciarlo para no incomodar a Camila al verme que no le contesto a Betty.

Miro alrededor y la nostalgia me invade.

IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora