21. En quince días nos volvemos a ver / Chase Walker

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James me comentó al final la sección, el mecanismo que íbamos a implementar para el resto de consultas. Consistía en utilizar la hipnosis como terapia junto a la socialización posterapia, los días en que no nos veríamos serían quince días y ahí tenía cortas tareas.

La primera era escribir un diario donde iba a ser lo más específico en cómo me sentía, los momentos en el día en que mi cabeza empezaba a divagar, los pensamientos que tenía cuando sentía que me iba y cosas por el estilo. James hizo hincapié en un aspecto importante, según él: «— Por el momento, sólo vamos a escribir pero después hay que accionar, ya en su debido momento te explicaré cuáles acciones hay que elaborar —mencionó pasando su vista de Hannah a mi».

Siendo esa mi única tarea por el momento, mis días consistieron en describir cómo me sentía y queriendo parecer una pésima broma, solo cuando estuve sentado en el consultorio de nuevo frente a James, me pude fijar que en resumen todos esos quince días fueron extensas palabras que describen cuánto extrañaba a Alex, como me hacía sentir últimamente y demás babosadas.

— Has cumplido al pie de la palabra tu tarea —mencionó James en tono burlesco, yo lancé una mirada de pocos amigos e hice caso omiso a sus comentarios—. Nos vamos entendiendo, Chase Walker —dio su típica sonrisa amistosa. No podía estar más de acuerdo con él, nos vamos entendiendo y con ello, la idea de que este tipo parecía un charlatán crecía.

— Estoy preparando, tu solamente dime cuando iniciamos —dije firme en mi posición, sentía nervios pero las ganas de conocer la verdad ahora eran más fuertes que mis otras emociones.

James asiente con paciencia, se coloca de pie y toma sus implementos, así volvemos hacer todo el proceso hasta que pude sentí mis ojos pesados y mi mente alejarse de la realidad de mi cuerpo.

Abrí mis ojos con rabia, insistía en mantener mi pataleta como forma de protesta aunque muy en el fondo sabía que sería en vano, nadie podía detener a Hannah de irse, por lo menos, no un niño de trece años.

Miro a mi alrededor, Alexander está atrás mío sin decir nada, seguía admirando el panorama como siempre decía en estos caso y frente a mi, estaba Hannah sosteniendo mis manos. Ambos llorábamos por tener que separarnos en el tan anhelado verano.

— Había tantos planes para este verano… —musité despacio, mientras tenía mi cara arrugada del malestar por tener que despedirla— Hannah… —digo con pesar, la niña de cabellos castaños claros hechos rizos, me sonríe con dulzura.

— No me pienso quedar mucho tiempo —repuso, limpiando su rostro—. Antes de que te des cuenta, estaré aquí.

— Es una promesa, ¿Ok? —dije, las palabras salían por si solas, sin poder mediar. Hannah me abraza y me regala un cálido beso en la mejilla.

Sinceramente ninguno de nosotros sabíamos la razón de su partida, solo nos habíamos enterado que su mamá dos meses atrás viajó antes para allá y que la esperaba.

— Es una promesa y hay multa por incumplir —ríe un poco, todavía se notaba algo decaída— pero ¡animate! Te vas a quedar con Alex, no estarás solo y juntos podrán ir a los sitios quedamos en ir los tres —mira al chico de cabello oscuro apartado en una esquina.

— Alexander me va a arrastrar a montañas rusas, casas del terror o sitios abandonados, solo para molestarme —protesté— además… está el compromiso de Emma, ¡Quédate! —demanda con tu tono de niño caprichoso. 

Se ríe— No exageres, aun siendo un poco malvado contigo, Alex siempre te ha cuidado y protegido. Seguramente se quedará contigo —dice mirándonos, me avergüenzo un poco, al final terminaba dependiendo de él.

Gusto Culposo ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora