10. Confesiones de medianoche

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— Desearía que me quisieras tanto como yo hacía ti  —pronunció en un vergonzoso estado de embriaguez, totalmente solo en su apartamento mientras miraba el reflejo de la luz de la luna, en su vaso a medio acabar de licor.

Su timbre suena, suena dos o tres veces quizás pero no le importaba levantarse y muchos menos, tenía ánimo de hablar con alguien. Sin embargo, seguía sonando su maldito timbre.

— ¡Demonios!, ¡¿Quién molesta a esta hora?! —grita mientras camina con torpeza hasta la entrada de su apartamento, abrió sin detenerse a ver de quien se trataba, así que se sorprende un poco al encontrar a Hannah en su puerta.

— ¿Que se supone que significa todo esto? —menciona despectivamente, recorriendo con la mirada al individuo que tenía al frente de ella.

Alexander sonríe a medio lado, recostando en el marco de la puerta—, esto es un hombre despechado porque lo rechazaron, ¿Qué te parece? —Extiende su brazos y da una vuelta.

Hannah pasa de largo, ignorando el anterior comentario de su amigo. En la habitación principal había rastros de botellas y latas de cerveza vacías, movió alguna de ellas y como pudo se sentó cerca de donde estaba Alexander.

Lo observaba con atención, todavía seguía sin obtener una respuesta sobre lo que sucedió o mejor dicho, estaba sucediendo; hace unas horas atrás, solo pudo acompañar a Chase en su llanto hasta quedarse dormido, luego limpiar el desastre que había con los lirios e intentar rescatar algunos.

— Vas hacer un hueco en mi de tanto mirarme —menciona Alexander sin apartar su mirada del vaso, Hannah rabiosa por su actitud le roba el vaso con el último sorbo de licor—. ¡Hey! —exclama enfurecido.

— Silencio, ahora solo sírveme otro trago —demandó. El chico suspira pero acto seguido, vertió suficiente licor hasta rebosar—. Esta noche será larga —menciona con desdén, tomando gran parte de la bebida de un solo.

— Sigue tomando así y te va a golpear fuerte —susurro Alex.

Al cabo de un rato, Hannah— El cerebro tiene peculiares mecanismos de autoprotección… el crear diversas persona… pero.. personalidades —divaga Hannah en medio de su borrachera. Ya había pasado más de una hora desde que ella y Alexander habían empezado a beber.

— Deja de murmurar incoherencias —menciona Chase, todavía guardaba un poco de sobriedad a comparación de su amiga— Mejor no, sigue hablando babosadas, así evitó que empieces a repartir besos —hizo una mueca de asco.

Hannah enarco una ceja, soltó una corta risa y se acomodo en su asiento, apuntando con su vaso hacia Alexander— Yo no reparto besos cuando me emborracho, yo hablo sobre teorías o investigaciones del cerebro —dice molesta.

— Claro, lo dice una borracha —ríe, le recuerda a Chase y su pésima actitud cuando toma de más—. Tengo pruebas y es del día de tu cumpleaños, estabas seguramente pasada de tragos y empezaste a besar a desconocidos —dice con aires de suficiencia.

Hannah ríe escandalosamente, señaló de nuevo con su vaso al joven desconcertado por el repentino escándalo—. Error —sonríe—, estaba lo suficientemente sobria como para saber en qué momento besar a ese tipo y hacer que Chase me viera, por favor eso solo fue un detonante —menciona jactándose de su habilidades actorales.

Ambos se quedaron mirando, Alex exigía respuestas y Hannah supo que lo había arruinado. Se rasco la cabeza, intentando pensar como solucionar lo de recién pero no tenía caso, estaba muy borracha para racionar con claridad.

Suspiró cansada, bebió un trago largo de su bebida y encaró al joven que seguía en silencio mirándola en son de reproche.

— No me mires así, me vas a perforar y no hace falta, te contaré todo —menciona apenada.

Gusto Culposo ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora