|| C A P Í T U L O 18 ||

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Confesiones.

Adele - Rolling in the Deep

Aristeo.

A pesar de todos mis esfuerzos por deshacerme de las palabras de Ivanna, no puedo liberarme de ellas. El temor de que pueda herir a Victoria me consume. Ahora tengo claro lo que siento por ella, pero decirlo en voz alta me resulta aterrador. El miedo a su rechazo y a que no sienta lo mismo es paralizante. Además, con la llegada de su prima, Joanna, a vivir con nosotros, me temo que mi tiempo con Victoria se verá aún más reducido. Ella no quiere estar oculta o tener que mentir sobre lo que hay entre nosotros, y yo me siento como un tonto porque no pude enamorarme de otra persona. Sí, estoy profundamente enamorado de ella. En un tiempo sorprendentemente corto, Victoria ha logrado hacerme sentir mariposas en el estómago, por más ridículo que parezca. Sus miradas, su primer beso, todo es algo que aún no logro explicar del todo.

Mi mente está en constante ebullición, en su mayoría centrada en Victoria. Nunca consigo sacarla de mis pensamientos, lo cual es extraño. Ahora ella está con su prima, Joanna, y yo me encuentro solo en mi habitación, atrapado entre las cuatro paredes, pensando en ella y sonriendo como un idiota. Decido tomar mi teléfono y llamo a Eros, que finalmente contesta al cuarto tono.

—Eros, necesito que vengas a mi casa ahora mismo —digo con una urgencia que no puedo disimular. Lo necesito con desesperación; Mateo no puede venir, así que Eros es mi única opción en este momento.

—Aristeo, no puedo ahora mismo...

No lo dejo terminar. —Te dije que vengas.

—En diez minutos estoy allá —responde, y cuelgo la llamada sin más preámbulos.

Eros es la única persona en la que confío para hablar sobre mis sentimientos en este momento. Sé que debería decirle a Victoria lo que siento, pero no sé cómo hacerlo. Lo que había planeado no resultó ser una buena idea, así que lo descarté. Estoy completamente perdido en cómo proceder.

Además, necesito encontrar una manera de lidiar con Ivanna. Ella sigue molestándome a mí y, en cierta medida, también a Victoria. El problema es mío, y Victoria no tiene nada que ver con lo que pasó entre Ivanna y yo. No entiendo por qué ha regresado, ¿qué es lo que quiere? ¿Por qué se empeña en hacerme sufrir cada vez que aparece? Después de un año de infelicidad, por fin estoy experimentando la felicidad, y parece que la vida no quiere que la disfrute ni un solo instante.

De repente, cuando menos lo espero, Eros está en mi habitación. ¿En qué momento llegó?

—¿No te enseñaron a tocar la puerta? —pregunto, algo molesto.

—No —responde con una sonrisa cínica que me resulta familiar.

—Siéntate, tengo mucho que contarte —digo, señalando la silla frente a mi escritorio.

—¿De Victoria, me imagino? —pregunta levantando una ceja, con una mirada astuta.

—¿Cómo sabes que se trata de ella? —frunzo el ceño, sorprendido.

—Te conozco desde que éramos niños, Aristeo. Desde que Victoria llegó, eres otro. Además, te vi salir de un salón apartado hace unos días, y no creo que hayan ido a platicar, ¿verdad? —alza las cejas, divertido.

A C A R Í C I A M E [#1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora