A C A R Í C I A M E [#1] ✔

|| C A P Í T U L O 20 ||

Entre deseos y amenazas

Amy Winehouse - Back To Black

Aristeo.

Días después.

—¿Por qué lo hiciste? ¡El problema no es con ella, es conmigo, carajo! —grité, la furia mezclada con la desesperación inundando cada palabra. Sentí cómo mi pecho se apretaba, un nudo sofocante de incredulidad y rabia. Todo esto me resultaba tan absurdo, tan cruel.

Frente a mí, Ivanna permanecía fría, sus ojos oscuros y vacíos, como si mis palabras no significaran nada.

—Lo sé —contestó con una calma inquietante, como si todo lo que estaba ocurriendo fuera parte de un plan bien calculado—, pero ella es un obstáculo en mis planes, y si es necesario, la mataré yo misma.

Sus palabras resonaron en mi cabeza como un eco doloroso, imposible de procesar. Me quedé mirándola, paralizado por la sorpresa y la decepción. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cuándo se convirtió en esta persona, tan diferente de la Ivanna que conocí? La mujer que tenía enfrente era una desconocida, una figura fría y despiadada que me daba miedo.

—No te atrevas a hacerle nada más —susurré, apretando los dientes hasta que sentí que me dolían. El miedo me atravesó como una hoja afilada—. Ella no está sola, me tiene a mí.

Ivanna soltó una carcajada seca y cruel, una risa que parecía helar el aire a nuestro alrededor. Sus ojos me taladraron, llenos de una oscuridad que me estremeció.

—¿Y tú qué harás para detenerme? —dijo, esbozando una sonrisa cínica. Esa sonrisa... solía ser cálida, solía iluminar todo a su alrededor. Ahora, era solo una máscara burlona que me provocaba náuseas.

Respiré hondo, intentando calmar el caos que rugía dentro de mí. Si quería mantener el control de la situación, tenía que mantener la calma.

—Yo, nada. Pero deberías preocuparte —le respondí, alzando una ceja y forzando una media sonrisa. Tenía que mostrarme seguro, aunque por dentro sintiera que todo se tambaleaba.

—¿Por qué? —preguntó, ladeando la cabeza con un aire de superioridad que me resultaba casi insultante.

—Porque —hice una pausa, disfrutando del pequeño instante en que la duda cruzó por su rostro—, tal vez he estado grabando toda nuestra conversación. Sería una pena que esto llegara a manos de la policía, ¿no? Amenazas, intento de violación, complicidad... —enumeré lentamente, deleitándome al ver cómo el color desaparecía de su rostro.

Ivanna se quedó inmóvil. Su expresión se congeló, y por un segundo, el aire pareció detenerse. Pude ver el pánico y la ira luchando en sus ojos, los músculos de su mandíbula tensándose. Por un momento, vi a la Ivanna de antes, la que tenía miedo, la que no sabía cómo reaccionar ante la realidad que la golpeaba.

—Tú... tú llevas las de perder, Ivanna —le dije, sintiendo cómo las palabras se clavaban como puñales en el aire tenso entre nosotros—. Aléjate de nosotros, especialmente de Victoria. No intentes hacerle daño otra vez, porque si lo haces, no me volveré a tentar el corazón. —Mis ojos ardían, mi mirada fija en la suya, asegurándome de que entendiera que no había marcha atrás.

Un silencio gélido se extendió, y finalmente, Ivanna bajó la mirada. El miedo y la impotencia deformaron sus facciones, convirtiéndola en alguien que apenas reconocí.