|| C A P Í T U L O 24 ||

45 5 0
                                    

Acaríciame, Aristeo

Lana Del Rey - Art Deco

Victoria.

Desde que Aristeo me envió el mensaje confirmando que haríamos una videollamada esa noche, no pude contener la excitación que se apoderó de mí. La idea de seducirlo a través de una pantalla me resultaba tanto intrigante como divertida. Joanna había salido de mi habitación, dejándome sola, y decidí que era el momento perfecto para preparar algo especial. Me puse mi pijama más provocativo, el que sabía que ardería en la pantalla. Era un conjunto ajustado de encaje negro que dejaba poco a la imaginación, con una tela tan fina que se amoldaba a mi cuerpo y hacía que cada movimiento mío resultara en una provocación visual. No llevaba sujetador, y la tela reveladora acentuaba mis pechos, marcando cada contorno. Me aseguré de que mi look fuera impactante y decidido.

Cuando bajé a la cocina para preparar algo para cenar, la pereza me hizo optar por algo rápido en lugar de cocinar. Joanna pasó por la cocina para despedirse, y me alegró que se quedara fuera toda la noche. La anticipación me mantenía en vilo, y cada segundo parecía una eternidad mientras me preparaba para el juego que iba a comenzar.

El momento de la videollamada llegó y encendí la pantalla de mi teléfono. La primera vista de Aristeo me hizo sonreír. Su rostro, lleno de deseo y frustración, me indicó que había tenido éxito en mi objetivo. El pijama que llevaba puesto era provocativo, mostrando más de lo que cubría. Aristeo no podía apartar la vista de mis pechos, delineados perfectamente a través de la fina tela de encaje. Su mirada era un reflejo de deseo reprimido, y pude ver cómo su entrepierna se endurecía por la anticipación. Sentí un cosquilleo de satisfacción al ver su reacción, sabiendo que estaba logrando lo que quería.

Me recosté sobre la mesa con la excusa de que iba a cenar, moviéndome lentamente para alcanzar una caja de cereal que estaba en lo alto del refrigerador. Mi posición reveló parcialmente mi trasero, y la falta de ropa interior se hizo evidente. Aristeo estaba claramente atrapado en la provocación, y sus gemidos ahogados indicaban la frustración que sentía al no poder tocarme.

Me serví un plato de cereal, tomando también un plátano para hacerlo aún más sugestivo. Comencé a pelar la fruta con un cuidado sensual, llevándola a mi boca de manera provocativa. Cada mordisco que daba parecía intensificar la tensión entre nosotros, y pude ver cómo Aristeo trataba de controlar su respiración y sus deseos.

—Eres una maldita zorra —murmuró Aristeo, su voz cargada de deseo y frustración.

Solté una risa suave, casi traviesa, mientras respondía:

—Una a la que le traes demasiadas ganas.

Su risa, aunque llena de satisfacción, también reflejaba la desesperación que sentía por no poder tenerme físicamente en ese momento. Terminó su cena y subí a mi habitación, donde me recosté en mi cama con sábanas de satén verde esmeralda. El verde esmeralda, para mí, representaba una mezcla de lujo y lujuria pura, y las sábanas parecían ser el marco perfecto para la noche que se avecinaba.

Aristeo propuso jugar al "Juego de la Verdad", un juego que involucraba hacer preguntas con respuestas sí o no, y despojarse de una prenda si la respuesta era sí. Sabía que, con el pijama revelador que llevaba, estaba en una posición vulnerable, pero eso solo aumentó mi excitación. El juego parecía la forma perfecta de intensificar la noche.

—¿En serio Aristeo? ¿El juego de la verdad? —dije, con una mezcla de curiosidad y diversión.

—¿Qué? Es un juego emocionante —respondió él, con un tono de arrogancia que solo intensificó la situación.

A C A R Í C I A M E [#1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora