|| C A P Í T U L O 27 ||

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Una noche en la playa

John Legend ‐ All Of Me

Aristeo.

Las últimas semanas han sido, sin duda, las mejores de mi vida. Victoria y yo, después de ese viaje a la playa, nos sentimos más unidos que nunca. No había pasado mucho tiempo desde que formalizamos nuestra relación, pero para todos era casi obvio que éramos el uno para el otro. Nos dijeron que nos habíamos tardado, como si hubiéramos estado en espera para ser lo que siempre debimos ser. Cada día ha sido una celebración, y yo he encontrado una nueva razón para sonreír, una que me llena de felicidad y esperanza. Pero, como en toda buena historia, una sombra apareció en nuestro horizonte.

Desde el viaje a la playa, Victoria ha estado lidiando con constantes náuseas y vómitos. La preocupación comenzó a germinar en mi mente: ¿Podría estar embarazada? Nunca usamos protección, y mi conocimiento sobre su uso de anticonceptivos se limitaba a la pastilla del día siguiente. Pensé que tal vez ella había tomado una, y me permití relajarme, al menos por un tiempo. Sin embargo, una semana perfecta se vio interrumpida cuando encontré una prueba de embarazo positiva en el bote de basura. Fue un golpe inesperado. La única posibilidad era que Victoria estuviera embarazada, o tal vez, y esto me asustó aún más, Julieta lo estuviera.

Decidí que necesitaba enfrentar la situación. Todo lo que mi mente decía era que debía hablar con Victoria, sin rodeos. Me dirigí a su habitación y toqué la puerta, con el corazón acelerado.

—Pasa —me respondió su voz, cálida y acogedora.

Entré y me senté junto a ella en la cama. El aire estaba cargado de una tensión palpable.

—Tengo que preguntarte algo —dije, mi nerviosismo evidente.

—Siéntate, ¿qué pasa? —dijo, sonriéndome con esa sonrisa que siempre conseguía relajarme, pero hoy no lo lograba.

Me senté al borde de la cama, y con una mezcla de temor y sinceridad, le pregunté:

—¿Ya te bajó?

Me di cuenta de que había sido directo, quizás demasiado. Victoria se echó a reír, una risa que me hizo fruncir el ceño. A veces, su capacidad para reírse en momentos serios me desesperaba.

—Te hice una pregunta, necesito saber si ya te bajó —dije, mi paciencia comenzando a agotarse.

—No, no me ha bajado —me respondió, y sentí un golpe en el estómago.

—¿Entonces estás embarazada? Quiero decir, tienes un retraso de casi dos semanas, y eso me preocupa —dije, tartamudeando mientras intentaba procesar la noticia.

—¿Por qué la pregunta? —preguntó, mirándome con calma y una curiosidad que me hacía sentir aún más ansioso.

—Encontré una prueba de embarazo positiva y hace días tienes todos los síntomas. Me asusta que puedas estar embarazada —dije, mi voz quebrada por la preocupación.

—¿Por qué te asusta tanto? —preguntó, alzando una ceja, mientras yo me hundía en un mar de dudas y temores.

—No me siento preparado para ser padre. La idea de que tú puedas estar embarazada me llena de felicidad, pero también de miedo. No me siento listo para asumir esa responsabilidad —admití, mi voz cargada de vulnerabilidad.

—¿Entonces no quieres tener un bebé conmigo? —preguntó, con una mezcla de tristeza y comprensión en su voz.

—Sí, quiero, contigo quiero todo. Tal vez no me sienta completamente preparado, pero quiero aprender contigo. Te prometo que seré el mejor papá del mundo —dije, acercándome para darle un beso en los labios, un gesto lleno de amor y promesas.

A C A R Í C I A M E [#1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora