III: Lujuria

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Mansión Horan D'angelo.

06:55 am.

Antonella

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Antonella

El sol amenaza con salir dejándonos una hermosa vista del bendito amanecer.

Pero eso no es lo más importante ahora.

No, porque Niall esta encima mio. Entre mis piernas, besándome el cuello suavemente, cosa que me sorprende.

Nerviosa, envuelvo su cadera entre mis piernas. Él sostiene el peso de su cuerpo en la palma de sus manos, a los costados de mi cabeza mientras deja cortos besos en en mi cuello y empieza a descender.
Aun me encuentro con el traje de baile, ya casi amanece y sinceramente no creí que mi noche terminaría de esta manera, pero él, logra desarmar mis planes de un momento a otro.

Llevo mis manos a los botones de su camisa, empiezo a desabotonar uno por uno. Él se remueve frotando su erección contra mi entrepierna, causando que jadee bajo.
Mis nervios se activan cuando lo observo quitarse la camisa y no puedo evitar morder mi labio.

Es realmente muy caliente, joder.

Me palpita, siento cosquillos, me sucede todo cuando visualizo su pecho varonil de hombre mayor, sus bellos con tonalidad clara en el pecho.

Termina de quitarse su camisa y vuelve a reposarse sobre mi, acariciando mi abdomen asciende hasta mis pechos y los masajea por encima del brasier de baile que aún no me quito. Arrastra sus manos hacia detrás de mi espalda, eleva un poco mi cuerpo y con mucha facilidad y rapidez se desprende de mi brasier brillante.

Tiene experiencia.

Demasiada, es evidente.

Lo lanza por algún lugar de la habitación y acerca su boca a mis pechos. Primero los besa, luego abre su boca comenzando a dejar saliva por allí y empieza chuparlos, succiona y los masajea.

—Ah..— Jadeo cuando succiona por demás uno de mis senos mojandome la entrepierna.
Cuando quiero mirarlo, bajo la cabeza y me encuentro con que está observándome, me mira sin dejar de chupar mis tetas, mira mis expresiones de placer y disfruta de lo que puede causar en mi.

Acaricio su cabello moviendo solo un poco mis caderas, sentir su erección contra mis piernas no ayuda demasiado. Ya siento mi humedad, la realidad es que soy virgen, pero no santa. Las noches de masturbaciones llegan a mi mente en este momento y sinceramente, desde que lo vi por primera vez en el club y nos besamos, me masturbe dos veces pensando en el millonario sexy.

Pasa sus manos por mi abdomen y se arrodilla dejando su cuerpo sobre sus talones para observar mejor mientras baja mis bragas de traje. Suspira cuando la quita por completo y mi vagina queda frente a su vista.

𝐏𝐔𝐓𝐀 © [𝟏] [N.H]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora