Dos semanas después...
14:30 pm.
Niall
Dos Volkwagen negras blindadas marchan detrás y una delante de la nuestra.
—¿Todo está listo?—Pregunta Finn.
Asiento.
—¿Dónde esta ella?— Jamal se reacomoda su saco.
—Atrás.
Las camionetas se detienen haciendo rechinar las ruedas en el suelo de tierra. Llegamos al descampado de kilómetros y kilómetros donde solo hay tierra.
El lugar perfecto para esto.
Bajamos de las camionetas cerrando las puertas, todos los guardias y la organización bajan armados a excepción de nosotros tres, quienes solo llevamos nuestras armas de costumbre en la espalda.
—Jamal, bájala.
Él camina hacia la camioneta que se detuvo a nuestro lado, abre la puerta trasera y saca al tesoro que nos asegura millones de libras.
Y lo más importante, una venganza.
Ella solloza quejándose con sus manos amarradas y Jamal se ríe sosteniendola. —Tranquila, amor. — le deja un beso en su boca.
Meredith y Louis se colocan a nuestro lado con las armas en sus manos, mientras Zayn, Lorenzo y Jonan, junto a más guardias, nos cubren la espalda a pocos metros.
Ellos también bajan de sus camionetas. Sus vestimentas son tradicionales de Afganistán al igual que la mujer que sostiene Jamal.
Ambas organizaciones se colocan enfrentadas a una distancia considerable, pero la tensión se siente en el aire. —¡Es un gusto volver a vernos, Mikhail!
—Jugó limpio, Horan D'angelo, debo admitirlo. — Responde él.
—Costumbre en mi familia y en mi país. — Sonrío. —, una lástima que no puede decir lo mismo.
Hace una sola señal con su dedo, con la cual le indica a un hombre que se acerque. Este trae con él un maletín, el cuál abre y lo muestra. —Su dinero, Horan D'angelo.
Desde mi lugar la observo.
Finn se inclina hacia mi. —Parece que está todo.
—¿Sabe, Mikhail? No estamos acostumbrados a tratar con gente que juega sucio. — el ambiente se vuelve más tenso. —, quiso tomarnos de idiotas.
Me advirtieron que hacían este tipo de cosas, pero decidimos hacer tratos con ustedes. ¿Y que sucedió? Su hermosa mujer embarazada cayó en nuestras bendicidas manos.—Déjela ir, ahí tiene su dinero.
—¿Mi dinero?— Sonrío. —¿Cree que me interesa? La traición es algo honorable en nuestra tierra, Mikhail y eso... no se perdona.