Capítulo 8. La interrupción (editado)

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—POV Cami—

Entramos en la casa de los chicos. Hemos pasado un día de lo más divertido. Lo de Scott y lo de mi hermano fue la cereza del pastel.

— ¡Chicos! —grita Ethan con todo su ser, para que todos lo escuchen. —¿vamos a jugar o qué?

— Sí, obvio —devuelve el grito Liam, pese a que está cerca de él. —empieza a encender la consola —agrega, en un tono más moderado.

Los observo hacer las instalaciones del juego, mientras me dirijo a la cocina. Estos bobos no pueden descansar un rato.

Entro en la cocina y no me encuentro con nadie. Finalmente, un poco de tranquilidad para mí. Me voy directa hacia el estante que está lleno de platos. Saco una tasa de él. Dudo, y saco una segunda tasa.

Nunca se sabe quién puede entrar por esa puerta.

Coloco las tasas sobre la encimera y me giro a sacar la leche de la refrigeradora. Lleno las tasas y vuelvo a guardar la leche.

Agarro las tasas y las entro en el microondas. Me apoyo contra la encimera, mientras me quedo anonada, mirando girar las tasas.

Sin poder evitarlo, me pierdo en mis pensamientos.

Todavía no supero que una chica le haya hablado así a mi hermano. Merece un reconocimiento por eso. Es la primera en no babear por él, y también, la primera en plantarle cara.

Lo más divertido fue que lo dejo con la palabra en la boca. Me hubiera encantado intercambiar números con ella, para ser amigas.

Salgo de mis pensamientos gracias al sonido que emite el microondas, avisando que la leche ya está lista. Me separado de la encimera y abro el microondas para sacar las tasas.

Las dejo sobre la encimera y levanto la mirada.

¡Jesús! Un día de estos me va a matar del susto.

Lucas se encuentra recostado contra el umbral de la puerta, con ese aspecto de recién levantado. O sea, su cabello revuelto y ese desenfado que tiene.

Me observa fijamente. Me hace un recorrido de los pies a la cabeza. ¿Qué estará pensando?

Ya que él me hace un recorrido, me tomo el atrevimiento y le hago un repaso rápido. Aunque, lo he hecho casi todo el día.

Observo como la camisa de manga corta azul se ajusta perfectamente a su torso. Bajo a sus pantalones de lona negro. No hay mucho que ver allí, la mejor parte está atrás.

Upsi, ¿yo pensé eso?

Desvío mi mirada. No quiero que se percate que lo observo de más. Me giro y me dedico a buscar lo que me falta para terminar de preparar la leche. Saco el azúcar, dos cucharas y lo principal de todo.

¡Tachan! El cacao

Dejo todo sobre la encimera. Y, sin poder contenerme, lo vuelvo a buscar con la mirada. Sus ojos están todavía sobre mí.

Lucas se separa del umbral y empieza a acercarse, sin despegar la mirada. Toma asiento en una de las sillas giratorias, del otro lado de la encimera. Es lo que nos separa.

Arqueo una ceja, extrañada por su silencio. Algo le debe de ocurrir, porque nosotros no pasamos ni dos segundos sin hablar.

Me concentro en mi tarea. Comienzo a preparar la leche con chocolate. Agarro una cucharita, la hundo en el azúcar, y lo dejo caer dentro de la taza con leche.

Pruebo que la leche esté dulce, y, por último, agrego la cuchara rebalsada de cacao.

¡Voila! La primera taza con chocolate está lista.

El Caos de Ariadna © (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora