—POV Ari—
Estamos justo enfrente de la puerta de la casa de Cami.
Elevo mi puño y toco la puerta. Pasan unos cuantos segundos, cuando se escuchan unos pasos acercándose.
La puerta se abre, y aparece ante mí, un Alex con el cabello mojado.
Rápidamente me percato que ya no tiene puesta la misma ropa de la universidad, sino que ahora viste un pantalón de lona azul, una camisa de manga larga negra, que lleva arremangada hasta los codos. Tiene los primeros botones de la camisa abiertos, y le da un aire entre formal e informal.
Nada mal.
— Hola, chicas —saluda, con una sonrisa de labios cerrados. —pasen —se hace a un lado dejándonos entrar.
Tengo que admitir que luce bien.
Pasamos por su lado y esperamos a que nos diga algo.
Escucho la puerta cerrarse, y luego unos pasos, que se detienen justo a mi lado.
— Cami está en su habitación —informa, señalando las escaleras. — Ari, ¿no te pierdes, cierto? —agrega con un toque de burla.
— No, ya sé cómo llegar yo sola. Gracias —respondo, mientras me giro y le doy una mirada cualquiera.
Él no va a ganar esta batalla.
Avanzamos y subimos las escaleras.
Nos detenemos justo enfrente de la puerta de Cami. Observo que está entreabierta.
Elevo el puño y toco dos veces.
— Entren —grita del otro lado de la puerta.
Abro la puerta y encontramos a una Cami totalmente alterada, que va de un lado para otro.
— ¿Qué ha pasado aquí? —pregunto con cierta burla. No soy quien para juzgar porque así queda mi habitación también. —¿un huracán? —
Su cama está inundada de ropa, el suelo es un mar de zapatos. Lo único vacío es un colchón extra que está al lado de su cama.
Me imagino que allí dormiremos nosotras.
Entramos en la habitación, tratando de no tropezarnos.
Dejamos las maletas en el suelo, y hacemos a un lado la ropa para sentarnos en su cama.
Observo a Cami, buscando lo que sea que busca.
— ¡Eureka! —exclama, y se gira hacia nosotras con un vestido rojo colgando de una percha.
Lo deja sobre una silla, y luego se dirige hacia la cama, para lanzarse sobre nosotras, haciéndonos caer de espaldas.
— ¡Al fin! no encontraba el vestido que quería —cuenta, mientras se levanta de encima de nosotras.
— Tranquila Cam, no es la gran cosa. Solo vamos de fiesta —le respondo, despreocupada.
Grave error.
— ¿Cómo dices? —se hace la indignada. — ¿cómo que no es la gran cosa? —se levanta de la cama y se para delante de mí con los brazos en jarras. —por supuesto que sí es la gran cosa, tenemos que ir espectaculares. Tenemos que dejar boquiabiertos a todos —
— Cami, tranquila. Ella es así —responde mi hermana, levantándose de la cama también. — Si fuera por parte de ella, no iríamos a la fiesta. Solo nos quedaríamos comiendo chucherías y viendo películas —se acerca al armario de ella y se pone a curiosear.
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El Caos de Ariadna © (editando)
Romance¿Crees que las personas muestran su verdadera apariencia? Cuidado que nunca se sabe si detrás de una sonrisa amable y deslumbrante se encuentra la maldad más sólida del mundo. Hay que recordar que detrás de una historia hay diferentes perspectivas:...