Capítulo 10. El Despertar

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—POV Cami—

Estoy sentada a la orilla del mar, disfrutando de la fresca brisa impregnada del olor a sal. Alzo mis ojos, y admiro las estrellas centellar en el cielo.

Escucho unos pasos a mis espaldas, pero no me volteo a ver de quien se trata.

Siento a alguien tomar asiento justo a mi lado, en la arena. Giro mi cabeza, para averiguar de quien se trata. Y, justo en mi campo de visión, me encuentro con una deslumbrante sonrisa, que le pertenece a Lucas.

— Hola, preciosa —saluda, mientras empieza a acercar su rostro a mí. Quedamos a escasos centímetros. Nuestras narices se rozan y nuestros alientos se entremezclan.

— ¿Hola? —pregunto dudosa, mirándolo directo a los ojos. — ¿Qué estás haciendo Lucas? —añado, bajando por escasos segundos mi mirada a sus hipnotizantes labios.

— ¿Acaso no es obvio? —replica, y en sus labios aparece una sonrisa divertida.

— Eres un idiota. Eso sí es obvio —le respondo, volviendo a alzar mi mirada a sus ojos.

— Lo sé —acepta él, sin borrar su boba sonrisa. — Pero soy un idiota que te hace suspirar —añade guiñándome un ojo.

Posa una mano suavemente sobre mi cuello, y tira de mí, acortando la distancia entre nuestras bocas.

Nuestros labios están finalmente unidos. Puedo percibir la calidez y suavidad de sus labios.

Sitúo una mano en su pecho, y poco a poco arrastro mis dedos, hasta terminar enredados en su cabello. Inclino un poco la cabeza, para tener más accesibilidad a su beso.

Lucas mueve sus labios sobre los míos. Estoy a punto de responder a su beso, cuando, de la nada, llega a mí una estrepitosa música.

¡Poof! Todo desaparece.

<< ¡¿Qué?! ¡No! ¿Por qué tiene que ser justo en el mejor momento? >>

Nunca. Pero, nunca. Había odiado tanto mi teléfono.

Refunfuñando, y con los ojos todavía cerrados, busco a tientas mi teléfono en la mesa de noche.

Doy con él, luego de unos segundos. Y finalmente, apago la alarma.

Sé perfectamente, que ya es hora de levantarme. Pero no quiero. Me encuentro tan cómoda, justo ahora.

Me giro en la cama, y acomodo mi rostro en la suave y calientita almohada.

Voy a disfrutar otros 5 minutos más.

No me vuelvo a dormir. Pero, si logro disfrutar de esos cinco minutos. Incluso puede que más.

Quisiera ser feliz pasando todo el día en la cama. Pero, eso lo puedo hacer en mi casa. Aquí tengo que aprovechar mi tiempo con los chicos.

Así que, sacando de mi interior mi mayor fuerza de voluntad, trato de levantarme.

Pero, no puedo.

No creo que mi cuerpo esté tan pesado y dormido.

Abro lentamente los ojos, acostumbrándome a la luz de la habitación. Cuando ya tengo la vista despejada, me asombro con lo que me encuentro frente a mí.

¿Estaré soñando?

Enfrente de mí, a tan solo escasos centímetros, se encuentra el rostro de Lucas.

Él es quien me impide levantarme. Lo recorro con la mirada. Bajo de su despeinado cabello, hasta sus labios. Exactamente iguales que en mi sueño.

El Caos de Ariadna © (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora