—POV Ari—
Un nuevo día, una nueva aventura. ¡Ja! Ya quisiera yo despertar con ese optimismo. No, no. Un día más, un día menos, ¿Qué más da?
Justo hoy, cumplimos una semana de mudanza. Y no hemos podido salir a recorrer la ciudad con mi hermana. De tanto que nos han puesto a hacer en la casa, ni tiempo nos quedó.
También tengo que culpar a mi habitación. He pasado entretenida con el diseño. Cambié unas cosas de lugar y agregué otras.
Puede que no haya salido a recorrer la ciudad, pero por lo menos he pasado hablando con Cami. Hemos conectado a la primera. Gustos de música similares, películas, series, y también el amor por los libros.
Un bonus, es mi vecina. Misterio descubierto por culpa de su hermano.
Justo ahora, me dirijo hacia su casa. Quedamos en hacer una tarde de películas, para hacer algo distinto y también para seguir hablando.
El día de hoy amaneció caluroso, así que opté por ponerme un vestido de tirantes, que me llega a la mitad de los muslos. Es blanco y floreado. Sencillo y bonito. Y de zapatos escogí mis vans blancas. Ante todo la comodidad.
Me detengo justo enfrente de la puerta. Estoy a punto de tocar la puerta, cuando de repente escucho el motor de un carro. Bajo el puño, que tenía en el aire, y me giro para ver de quien se trata.
Se estaciona una camioneta negra enfrente de la casa. De ella se baja una mujer pelinegra, y se dirige hacia el baúl. Empieza a sacar bolsas, y más bolsas.
Mis pies toman vida propia y termino deteniéndome justo a su lado.
— Ejem —carraspeo para llamar su atención. — ¿Necesita ayuda con esto? —pregunto de manera educada.
— Oh, claro. Te acepto con mucho gusto la ayuda —levanta la mirada de las bolsas y la sitúa en mí. Me encuentro con unos ojos grises, preciosos. —Si no es mucha molestia, por supuesto —añade, brindándome una leve sonrisa.
— No, no. Ninguna molestia —contesto enseguida, y estiro mis manos en señal de que me entregue unas cuantas bolsas.
Acepto las bolsas que me extiende, y ella se hace con las demás. Saca un juego de llaves de la bolsa de su pantalón y se dirige hacia un costado de la casa.
La sigo y terminamos enfrente de una puerta. Inserta la llave en la cerradura y abre la puerta.
— Vamos —anuncia ella, e ingresa a la casa. Yo solo asiento con la cabeza y la sigo.
Esta puerta, nos lleva directo a la cocina. Observo como ella deja las bolsas sobre la encimera y hago lo mismo. Sin poder contener mi curiosidad, dejo que mis ojos vaguen por la cocina.
Los muebles son de caoba, la encimera es de mármol, y hay tres sillas giratorias junto a ella; hay unos cuantos electrodomésticos que hacen juego con la cocina blanca. Tiene un estilo sencillo y moderno.
Termino de detallar la cocina, y mis ojos se desvían de inmediato hacia ella. Puedo percibir que es una señora ya pasada de sus cuarenta, pero mantiene un aire joven. Se nota que es una mujer elegante y sencilla a la vez.
Viste un pantalón de lona negro, una camisa de manga tres cuartos de color azul, que hace resaltar sus ojos grises, y hace contraste con su piel pálida. Su cabello es negro y lacio, y le llega hasta por encima de los hombros.
Y para finalizar su muda, tiene unos zapatos de tacón corrido blancos. Es muy guapa.
Empiezo a sacar las cosas de la bolsa y ella se encarga de colocar cada cosa en su lugar.
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El Caos de Ariadna © (editando)
Romance¿Crees que las personas muestran su verdadera apariencia? Cuidado que nunca se sabe si detrás de una sonrisa amable y deslumbrante se encuentra la maldad más sólida del mundo. Hay que recordar que detrás de una historia hay diferentes perspectivas:...