Capítulo 17

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"El amor prohibido es la droga más cotizada y peligrosa que existe."

Autor: desconocido

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— ¿Te encuentras Bien, Benjamín? —Te escucho distinto.

—Yo... solamente estoy algo fatigado, tuve una larga reunión con los próximos donantes del proyecto... y los días anteriores no tuve tregua a un descanso —se excusó.

—Mi muchacho... tú estás acostumbrado a largas jornadas, ¿estas seguro...? ¿Qué no te sucede nada?

—No su reverendísimo... estoy bien —mintió.

—Llámame padre Kenobi, muchacho... sabes muy bien que eres lo más cercano a un hijo que tengo... te conozco y solamente con escuchar tu voz me doy cuenta que algo me ocultas. De todas maneras llego dentro de cuatro meses, ya hablaremos con más tranquilidad y no por teléfono.

Esa había sido parte de la plática que tuvo en la tarde con el Arzobispo Kenobi, estaba meditando en todo lo que hablaron mientras se alistaba para la hora de la cena. No le gustaba mentirle de esa manera a su mentor, pero había cosas que no podía decirle por teléfono y además temía su reacción decepcionándolo. Estaba el hecho que el Arzobispo se encontraba en un periodo de muchas pruebas en la Santa Sede, para poder obtener el grado de Cardenal y no quería que por su culpa, le fueran a quitar aquel privilegio por el cual muchos sacerdotes soñaban.

El Padre Kenobi era una persona dulce y bondadosa, tenía el don de ser un consejero ecuánime y siempre dispuesto en ayudar a los demás. Si no fuera por sus consejos y amor, tal vez habría caído sin remedio en la oscuridad, pero gracias a él, pudo sobrellevar su pena de mejor manera canalizándola en servir a los demás. Y por esas razones había sido ascendido, por su gran vocación y desempeño, además él no lo buscaba ese cargo como los demás que solamente lo hacían por ambición, el padre Kenobi era un verdadero enviado de Dios, no como algunos que lo envidiaban e intentaban ponerle obstáculos o buscarle errores para impedir su ascenso.

No puedo fallarle —recitó para sí. ¿Qué hago padre Mio? —Rezó al cielo, observando el ventanal desde el décimo piso de la habitación donde se encontraba. Se colocó su blazer para ir al encuentro de la Madre Kanata, Rey y Sabine, quienes seguramente lo estaban esperando en el área retirada del restaurante del Hotel la cual había reservado solamente para ellos. Tuvo la tentación de subir hasta el quinceavo piso, el cual era donde Rey se encontraba, para ir por ella, pero decidió bajar al segundo piso que era donde estaba el restaurante y esperarlas allí. Mientras bajaba el ascensor decidió alejarse de Rey de una vez por todas, o al menos lo intentaría, no podía seguir fallando a sus juramentos, le dolía pero así tenía que ser, tal vez si ellos renacieran en otra vida podrían vivir su amor libremente. Sentía que merecía ese castigo al ser el responsable de todo lo que sucedió, aunque Rey le repitiera una y otra vez que no era así, debía reconocer que no merecía nada.

Cuando llegó al restaurante, la camarera lo atendió amablemente, le sirvió un te frio mientras esperaba y también le dedicó una mirada algo coqueta, aunque se había acostumbrado con los años a que las mujeres le dedicaran esas miradas, no dejaban de incomodarlo. Aun con la sotana puesta tenían el descaro de mirarlo con admiración, y todavía no entendía el porqué, si él nunca se consideró apuesto... la única que siempre lo halagó fue Rey y sus amigos, quienes en el pasado le repitieron muchas veces, que con su aspecto podía tener a todas las mujeres que él quisiera.

De pronto levantó la vista y vislumbró cuando Rey se asomaba por la puerta con las dos monjas, se miraba preciosa, ataviada con un lindo vestido formal, unas mallas negras que combinaban con sus zapatos y el cabello suelto con una cinta y este le caía en delicadas ondas por toda la espalda. Casi ahogó un suspiro cuando la vio. De pronto todo lo que había meditado en el ascensor perdió validez, era demasiado débil, apenas la tuvo en frente y literalmente perdió el norte.

Aeternun ( El recuerdo de tu amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora