Capítulo 27

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—¡Ben...! despierta, creo que nos quedamos dormidos. —Rey se removió en los fuertes brazos del joven, para tratar de despertarlo.

—Mmh... Aún es temprano, vuelve a dormir.

—Son las cinco y media de la mañana, Ben. —Ella hizo un gracioso puchero que hizo sonreír al joven, quien todavía seguía adormilado—. Acordamos salir a correr, cerca del bosque.

—Preciosa... —murmuró con tono enronquecido— apenas ayer dejó de llover, no es conveniente que salgamos a correr, todo debe estar enlodado y húmedo —de su garganta salió un bostezo y seguidamente la volvió a envolver en sus férreos brazos.

—Sí, pero...

—Shhh...Ya habrá tiempo —le dio un beso en el cuello y la envolvió con una gruesa sabana, debido a que hacía bastante frío.

Rey se acomodó y se acurrucó, al cuerpo de Ben para poder disfrutar de su calor.

—Aun así, tenemos que ir al convento... —ella volvió a parlotear.

—Bella ragazza, quedamos en ir a las diez y media... vuelve a dormir, recuerda que tienes que descansar, tendrás un día agitado en el hospital.

—Sí, lo sé, sin embargo me gusta ejercitarme tres veces por semana para poder estar siempre en forma, por las clases de ballet que imparto.

—Pero, si estás perfecta —se acercó al oído de la joven y le susurró con voz ronca— además, recuerda que ya se acerca el otoño y tendremos que ejercitarnos aquí, tengo varias máquinas... Pero si te parece otro tipo de ejercicios... —un sonrojo coloreó su varonil rostro junto con una sonrisa.

— ¡Ben! —le propinó un suave codazo— mejor vuelve a dormir, tienes razón, tenemos que descansar.

—No me digas... ¿Qué no te encanta la idea?

—Vuelve a dormirte —se carcajeó ella. Sinceramente, necesitaban descansar para reponer fuerzas, aún así, no cambiaría nada de lo que experimentó junto a él, los últimos días.
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La Santa Sede, Vaticano.

—¿Qué hacemos aquí, Helios? —le recriminó Enric a Snoke, puesto que se encontraban en unos pasadizos que conectaban a una de las capillas.

—Shhh... nos vamos a encontrar con los hombres que contraté para vigilar al acólito de Kenobi.

—¿Otra vez con lo mismo, Snoke? no sé, por qué le tienes tanta inquina a Kenobi... y en especial al muchacho.

—Kenobi es demasiado perfecto... y su protegido lo ha sido por años, quiero demostrar lo contrario aquí en la Santa Sede. No me creo ese cuento de que sea tan ejemplar como dicen por aquí.

—¡Snoke! ya deja eso por la paz, podrías salir afectado con esta persecución sin sentido que les tienes... recuerda que esas personas que vamos a ver, son los mismos que te pagaron hace años para no estropear los planes de sacerdocio del chico —hizo una pausa recordando todo aquello— y también mantenerlo alejado de los lugares que nos indicaron.

—Shhh... si, son los mismos.

—No me gustan esos tipos, Helios, ¿no crees, que podrían traicionarte?

—No lo creo —resopló e hizo un gesto de fastidio mientras se sacudía una pelusa imaginaria— han hecho muy bien su trabajo, lo hicieron por años cuando ese magnate de apellido, Palpatine, los contrató.

—¿Y quién era ese viejo?

—Un magnate muy poderoso, que al parecer, tenía una rencilla con la familia del chico... quería mantenerlo alejado de su familia aún después de muerto, o eso entendí, esos tipos no me dieron muchos detalles, en fin... ahora me están siendo bastante útiles.

Aeternun ( El recuerdo de tu amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora