Capítulo 18

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"Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido"

Mario Benedetti



Melodía recomendada para el capítulo y la inspiración de todo la historia.




Después de aquel día en el ascensor en el hotel, Ben trató de poner distancia con Rey. Ya habían pasado diez días de eso y sus tratos eran estrictamente acerca de la fundación y asuntos de la escuela de arte.

Recordaba como ese día regresó a su habitación realmente devastado y realmente le dolía, pero no podía seguir comportándose como cualquier hombre común... porque él no era un hombre libre, era un sacerdote consagrado y ese detalle se le escapaba cuando estaba con ella. La amaba demasiado y no quería hacerle daño, ya suficiente cargos de conciencia tenía con lo del accidente, aunque ella se empeñara en recordarle que no era culpable. No podía vivir sin ella pero tampoco podía condenarla a vivir soltera.

No le quedaba otro remedio que poner distancia, aunque le doliera todo aquello. Rey iba a misa y él mismo la miraba escabullirse antes de la eucaristía. Escuchaba las confesiones de los feligreses con el corazón encogido, ya que se sentía un hipócrita, cuando él mismo estaba envuelto en un tormento del cual no podía, ni quería salir.



Rey se encontraba en la misma condición sufriendo por él, también sentía que le hacía daño con su sola presencia, pero esta vez, el mismo Ben puso distancia y eso la estaba desgarrado por dentro. Después de aquel día en el ascensor todo había cambiado, apenas se hablaban y delante de los demás disimulaban un trato cordial.

Estaba mirando en su ordenador el expediente de un recién nacido el cual la tenía algo preocupada, ella tenía la fe que el pequeño resistiría, porque desde el momento de su nacimiento se aferró a la vida como a nada en el universo. Ella había estado en la cesaría junto con la doctora Mara Jade y ambas rogaban al cielo para que el bebé lograra resistir los dos meses en la incubadora. Apenas llevaba quince días, pero seguía luchando y su madre no dejaba de venir para estar con él y darle de su leche. Así sentía que era su relación con Ben, era como si se aferrara al universo para no acabar nunca. No dejaba de pensar en Ben y en el bebé, cuando de pronto su asistente la llamó por el intercomunicador, informándole que su mentora se encontraba de visita.

Se acomodó su gabacha y se preparó para recibirla, pues ya esperaba una reprimenda de su mentora por no ir a consulta para hacerse su control trimestral.

—Cariño —la saludó cuando entró, sonriente como de costumbre— ya que no has ido a New York... y tenía que venir por unos papeles de uno de mis hijos, me propuse en hacerte una visita, y también a la madre Kanata y a Mara.

—Doctora Kalonia... lo siento mucho, estos días han sido muy activos, el hospital, la fundación, las clases de las niñas, reuniones con inversionistas, quienes quieren ayudar en la obra... con todo eso apenas y tengo tiempo para mí.

—Lo se cariño, ya Mara me puso al tanto de lo movido que es todo por aquí. Pero cuéntame ¿cómo te sientes? ¿Te ha sido de ayuda el dispositivo anticonceptivo que te coloqué para controlar tus períodos?

—Por supuesto, de hecho... ya hace cuatro meses que llegan en la misma fecha y no tengo las molestias de antes.

—Me alegro y no olvides que tenemos que cambiarlo cada dos años, aunque me encantaría que lo usaras por motivos de un novio —le guiñó el ojo.

Aeternun ( El recuerdo de tu amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora