Capítulo 28

150 15 149
                                    

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la Tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

Gustavo Adolfo Bécquer



—Perfecto, Rey, con estos datos que me acabas de proporcionar, haré las gestiones con más rapidez para reparar todos los daños de los damnificados y la capilla.

Rose y Rey, habían estado conversando acerca de varios asuntos, entre ellos: el presupuesto estimado para comenzar las reparaciones en el pueblo.

—Gracias, Rose eres un ángel, por esa razón en cuanto B... el padre Solo, me envió el correo con los datos, quise proporcionarte esa información de inmediato.

Rose iba a decir algo, pero decidió callarse y no preguntar nada al respecto, además en ese momento tenía cosas en que pensar, como por ejemplo: prepararle una sorpresa a su recién adquirido marido, se despidió de Rey algo apresurada y está última le prometió que dentro de unas tres semanas, tendría que viajar a New York por unos asuntos y a finalizar los trámites del traslado del nuevo orfanatorio, al lugar que Rose había reacondicionado.

Rey suspiró embelesada, recordando los últimos días junto a Ben. Estaba en su consultorio terminando de hacer esa llamada con Rose, puesto que, desde que llegó, no había tenido tiempo casi para nadie ya que se dedicó a atender algunos niños que estaban pendientes y dos emergencias de pequeños con influenza y por los momentos no le quedaban más pacientes. Entonces le había ordenado a su asistente, que estaría en una larga reunión con su administrador, lo cual no era del todo mentira porque solamente había hablado con Mitaka comunicándole algunos cambios en las empresas y que se los haría saber en cuanto llegara a New York.

Ben se había quedado más tiempo con los damnificados y con Joseph, quien le estaba ayudando con los datos de los daños y en cuanto tuvo todo listo, se lo envió a Rey por correo desde la sacristía, prometiéndole que pronto llegaría, puesto que tenía algunas responsabilidades por allí. Mientras tanto, ella decidió esperarlo en el hospital, entonces le puso el pretexto a su asistente que su reunión tardaría mas de lo pensado y si algo surgía, le ordenó delegar a los de pediatría que se hicieran cargo.

Rey estaba sumida en sus pensamientos, cuando recibió un mensaje de texto de Ben:

—Mi hermoso ángel, llego dentro de unos quince minutos, te amo...

Estaba emocionada como una adolescente, así que decidió esperarlo en la habitación del consultorio

—Te espero en la habitación... Te amo y te extraño...

—Yo también te extraño y me muero por besarte...

—Ben —ella suspiró enamorada mientras se acariciaba los labios—... te amo tanto y me tienes loca de amor.
-
-
-
Ben llegó rápidamente al hospital. Ingresó por la puerta de servicio para que nadie reparara en él. Se habia despedido de Joseph y le agradeció por llevarlo hasta ahí. Necesitaba verla, besarla con desesperación. Los besos de la joven y el calor de su cuerpo cuando la hacía suya, se habían vuelto una dulce droga para él. La más hermosa melodía eran sus gemidos y toda ella, su amor, su entrega lo hacían olvidarse de todo.

Lo demás podía esperar, pero ella, en ese momento era lo más importante y lo sería siempre.

En cuanto llegó a su oficina, lo detuvo la secretaria de Rey, saludándolo e informándole que la doctora Palpatine, estaba en una reunión importante, él solamente asintió en respuesta, conociendo cuál era la verdad y sonrió para sus adentros. La chica también, le entregó varios pendientes de parte del arzobispado, la fundación y unos documentos que Dameron le había enviado. Ben le dijo a la joven, que tenía que trabajar y que no sabía hasta qué horas se iría y le ordenó que nadie lo interrumpiera.

Aeternun ( El recuerdo de tu amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora