Capítulo 33

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Melodía sugerida:



Ben llegó al seminario teológico a la hora acordada. Le habia costado mucho despedirse de Rey, debido a que no la miraría una semana entera y solo habían pasado apenas dos horas, y ya la extrañaba como un loco. Tal y como su amigo Dameron le notificó cuando llegó horas antes a su penthouse, pudo identificar a sus seguidores, así que cautelosamente les sacó una foto con su celular y ahora podía ser más precavido porque ya los habia reconocido.

El St. Joseph's seminary and college, era uno de los más prestigiosos colegios que gozaba de una buena fama por la arquidiócesis y fue uno de los primeros lugares en los cuales Ben, había tomado sus primeros cursos antes de ir a Cambridge Massachusetts. Ben se encontraba en una de las bibliotecas, esperando a que el primer grupo de seminaristas, salieran del primer curso que había empezado más temprano y quiso llegar antes, para preparar su cátedra, y justo cuando estaba terminando de revisar sus sermones, apareció delante de él, su querido amigo del seminario en Roma.

—Padre Benjamín Solo Organa, ¡alabado sea el cielo! —expresó su amigo en cuanto lo vio.

Tai, su querido amigo se encontraba delante de él. Seguía siendo el mismo chico sonriente que conoció cuando llegó a Roma y quién fue su confidente durante esos últimos años del seminario. Piel bronceada, ojos azules, cabello rapado, una sonrisa amable y quien siempre tenía palabras de aliento para todo aquel que pedía su ayuda.

—Tai, me alegra tanto de verte querido amigo. —Ambos jóvenes se dieron un cálido abrazo—. Ya casi un poco más de un año sin verte.

—Y a mí me alegra mucho de verte, Ben... Te ves radiante, déjame verte —lo examinó de pie a cabeza— sigues tan alto y corpulento cómo siempre —le palmeó el hombro con diversión.

—Qué cosas dices, Tai —Ben se sonrojó.

—Y tan tímido como de costumbre, pero hay algo en tu rostro que se ve distinto. —Tai entrecerró los ojos mientras lo examinaba.

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé... —Tai lo observó nuevamente pero de manera inquisitiva— tienes un brillo especial que no te había visto nunca... mmm —se quedó pensativo.

Ben se puso algo nervioso, pero carraspeó para poner el semblante imperturbable que siempre lo caracterizaba.

—Son imaginaciones tuyas, Tai... eres muy creativo, siempre se te ha dado leer a la gente, pero créeme que sigo siendo el mismo Ben de toda la vida. —Se encogió de hombros.

—Puede ser... pero es que tú siempre tenías esa mirada de melancolía... Por... Todo lo que...

—Tai...

—Perdona, amigo, no quise tocar ese tema.

—Descuida, ya tendremos mucho de qué hablar... tengo mucho que contarte, pero no ahora.

—De acuerdo... y sabes que terminé aceptando ayudarte en la misión, porque monseñor Kenobi hizo todo cuanto estuvo en sus manos para que aceptarán enviarme... ya sabes cómo son en el Vaticano. —Hizo un gesto con las manos y crujió los dientes.

—Lo sé, Tai... y ya que me confirmas que vas a ir conmigo a Takodama, le avisaré a la madre Kanata acerca de tu llegada.

—Descuida, Ben, el monseñor Kenobi ya la puso al tanto.

Aeternun ( El recuerdo de tu amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora