Aeternun ( El recuerdo de tu amor)

Capítulo 14

Edit: @berthatadeo7

POV: Rey

Se despertó bien de mañana con un terrible dolor de cabeza, lo poco que logró dormir fueron los momentos en los cuales soñó con Ben, en ese mundo que había creado, en dónde ambos eran tan felices en aquel quiosco frente a un hermoso lago rodeado de flores. Las lágrimas en sus ojos se hicieron presentes en cuanto se recordó de su triste realidad.

Necesitaba encontrar respuestas y solamente una persona podía sacarla de su malestar y decepción, así que se levantó para darse un baño y se tomó un analgésico.

Se dio una ducha relajante sin dejar de rememorar todo lo que sintió junto a Ben el día anterior, sus besos, la pasión que ambos experimentaron, las palabras y confesiones que se dijeron. Por más que quería olvidar no podía y estaba el hecho que todo eso era prohibido y por tal razón no se podía volver a repetir, necesitaba saber y aunque no pudiera retroceder el tiempo, al menos quería saber ¿por qué su abuelo cometió tal infamia?. Hizo una maleta pequeña, ya que mantenía todo en su penthouse para no tener que estar preparando tanto equipaje cada vez que viajara. Cuando ya estaba lista para partir, recibió unos documentos que tenía que firmar por parte de la Madre Kanata, después de eso llamó un taxi para que la trasladara a la estación de ómnibus para poder llegar al aeropuerto de California y luego viajar a New York en avión. Perfectamente podía ir a la propiedad de California y que un empleado la llevara, pero necesitaba estar sola.

De camino en el ómnibus iba meditando lo que Ben sufrió y nunca se dio por vencido, hasta que le hicieron creer que ella estaba muerta mintiéndole vilmente con un falso ataúd. Y solo así el pobre muchacho se resignó. Admiraba la manera en la que Ben fue capaz de buscar a su abuelo para indagar, y ella se recriminaba no haber investigado más al respecto, sino que se conformó con lo que Sheev Palpatine le aseveró creyendo en él, pero apenas era una niña por lo que no se dio cuenta de aquella infamia, ni siquiera sospechó al ver aquel falso ataúd y la ausencia de la servidumbre en Inglaterra y la de las demás propiedades porque su abuelo se había encargado de despedirlos a todos entonces ella atribuyó qué los trabajadores no querían seguir, si sus padres ya no estaban solo había quedado la gente de California que estaban ajenos a todo por ser una propiedad recóndita.

— ¿Por qué no fui a los viñedos a investigar? —se recriminó con lágrimas en los ojos, cuando ya iba camino a New York en su avión privado.

Revisó su celular, tenía cien mensajes de Kaydel y Rose y veinte llamadas de cada una. No tenía ánimos para hablar con nadie, así que solamente les escribió que iba de camino y que allí se reuniría con ellas. Luego miró que también tenía cuarenta intentos de llamada de Ben y unos treinta mensajes de texto. En algún momento tendría que encararlo, pero no era el momento. Estaría unos tres días fuera de Takodama, solamente le había dicho a su secretaria y a la madre Kanata que se ausentaría por negocios y eso era todo.

«Ben... no sé cómo voy a estar delante de ti y pretender que nada sucedió» pensó abatida «como le hago para verte como un sacerdote. Tus besos, tus caricias...»

« ¡No! Rey, Ben es prohibido» los ojos se le llenaron de lágrimas de la pura impotencia, entonces antes de quedarse dormida y que el capitán dijera que todavía quedaban casi cinco horas de vuelo, se quedó dormida y lo último que recordó fue la mirada arrebatadora de Ben y sus apasionados besos.

POV: Ben
Estaba perturbado en su casa, moviéndose de un lado para otro como un león enjaulado, le había dejado varios mensajes de texto a Rey y también varios intentos de llamadas pero ella no daba señales de vida. Salió a correr para tratar de serenarse, luego pasó por la casa de la joven y nadie le respondió. Se moría de ganas de saber de ella, pero ese día se suponía no tenía ni que ir al convento ni tampoco a las oficinas de la fundación en el hospital. Era viernes y tiempo atrás  habían acordado junto a Rey que eran los únicos días en los cuales podía dedicarse a preparar sus sermones para el domingo y los martes, así que no le quedó más remedio que quedarse en su casa, ni siquiera tenía que ir al confesionario pues tampoco era día designado para eso.

La verdad estaba consiente que quien necesitaba confesión y penitencias era él. Por más que intentó hacer sus rezos y lecturas no podía borrar la culpa que sentía por faltar a sus votos, pero la situación era, que estaba en una disyuntiva, el amaba a esa mujer más que a la vida misma... la tenía metida en la sangre, la deseaba con desesperación y aunque sabía que tenía que cumplir como sacerdote, no podía arrancársela del alma así como así, tenía años amándola y sufriendo por ella.