Capítulo 32

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El Cardenal Snoke, se encontraba escondido en uno de los pasadizos secretos del Vaticano, en una reunión clandestina con su informante porque no quería que nadie lo interrumpiera y lejos de Pryde quien últimamente se mostraba muy moralista y lo juzgaba por todo.

—¿Qué noticias me tienes, Damián? —preguntó Snoke al espía, saltándose todos los preámbulos de saludos.

Damián miraba a Snoke sin inmutarse. Se quedó callado unos segundos, observando los pasadizos, cuyas paredes contenían cuadros antiguos iluminados por pequeñas lámparas que proporcionaban una luz tenue a la estancia, sin embargo el túnel tenía un aire siniestro. Después de echar una ojeada respondió:

—Mis hombres empezaron a seguir al Padre hace tres días. Llegaron al pueblo después del mediodía y el curita venía llegando al convento.

—¿Y la joven Palpatine?

—Nunca la vieron y ellos quisieron indagar en el hospital... sin embargo, unos hombres en cuanto los vieron les bloquearon el camino y tuvieron que salir de ahí por miedo a que llamaran a las autoridades.

—Entonces —Snoke se frotó la barbilla y un tic apareció en su ojo—, ¿no se encontraba con el padre Solo?

—No, su excelencia —hizo una pausa mientras encendía un cigarro y luego prosiguió—, la verdad, les ordené que se enfocaran más en él... y si están juntos... ergo, en algún momento los descubriremos.

—Tienes razón, Damián... y es mejor que solamente sigan al muchacho, no queremos levantar sospechas innecesarias siguiendo a dos personas.

—Exactamente, excelencia... Entonces, como le venía diciendo; luego de esos días el curita se quedó a dormir en la sacristía según averiguamos los meses anteriores. En cuanto se quedaba en la capilla, los muchachos se iban al hotel a descansar para que nadie los mirara merodeando por la abadía.

—Me parece perfecto, así no tenemos problemas con las monjas y los que vigilan el complejo. —El hombre asintió en silencio y luego continúo:

—En la mañana, siempre llegaban a las nueve y media porque a esa hora el cura comienza sus actividades —hizo una pausa para fumar su cigarro—. Y bueno, como usted ya sabe; ayer salió del convento y tal como usted nos dijo, el joven partió hacia New York en un vuelo privado al cual por razones obvias, no tuvimos acceso alguno, sin embargo la otra parte de mis hombres en New York lo esperaron en el aeropuerto y ahí un chófer fue por el chico.

—Ajá, continúa...

—Seguidamente, el chófer lo llevó a una bella mansión que es de su propiedad, según me informaron mis hombres.

—Debe ser la propiedad de los Solo en New York. —Dijo entre dientes el Cardenal.

—Sí, eso mismo me dijeron en el reporte. —Coincidió el hombre—. Luego los chicos lo esperaron en la esquina opuesta de la propiedad, para ver si en algún momento salía... Estuvo en la mansión alrededor de una hora, luego salió en una camioneta porche.

—Chiquillo presuntuoso —con envidia mal disimulada, Snoke gruñó por lo bajo. Entonces el espía continuó con su informe y solamente lo miró de soslayo.

—Siguieron al cura hasta que llegó a un rascacielos muy elegante con varios pisos. En la parte de abajo del gran edificio, se encuentran varios locales, incluyendo restaurantes y varias tiendas, es como un centro comercial con dos niveles según indagaron. Lo esperaron por varios minutos porque no pudieron ingresar.

—¿Por qué?

—Un guardia y sus ayudantes, les advirtieron que no permitían a nadie en esa parte del parqueo que no fueran autos autorizados y residentes del local.

Aeternun ( El recuerdo de tu amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora