𝐓𝐀𝐋 𝐕𝐄𝐙 𝐌𝐀Ñ𝐀𝐍𝐀 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇 🥀

29.

Capítulo 29.

La hebilla del cinturón aún está marcada en mi muñeca. Han pasado varios minutos desde nuestro fogoso encuentro en el sofá y ni siquiera el agua caliente borró la marca que ha quedado en mi piel. Nunca había vivido algo así, nunca me había excitado tanto el estar atada.
Niall es increíble, todo él. Y deseo tanto volver a repetir nuestro encuentro.
Mis dedos se deslizan por la zona roja donde quedó la marca y lo escucho suspira con frustración.

-No debes luchar contra ellas, preciosa. —Dice tomando mis manos. —Debes disfrutarlo, de lo contrario, no volveré atar tus manos.

Él está hablando en serio.

-Oye, no digas eso. —Me quejo. —No duele. No puedes enseñarme algo tan espectacular y excitante y después negármelo, no es justo.

Una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios al escucharme.

-Está bien, solo debes relajarte y no luchar. —Me pide y luego besa mis muñecas. —Te amo, Anna.

-Yo también te amo, gracias por preocuparte por mi. —Acercándome beso sus labios. —Dime de donde has sacado esa idea de regalarme un cinturón.

-Bueno... —Murmura. —Quizás ya lo había hecho antes.

Oh. Alzo una ceja mientras un cosquilleo con una pizca de desagrado se apodera de mi cuerpo. Un sentimiento nuevo, extraño en mi.

-¿Quizás dices?

Él sonríe.

-Vale, lo hice antes.

¿Con Verónica? Mierda.

-Creí que lo hacías por primera vez conmigo.—Respondo dejando un beso en su mejilla. —Ahora termina de vestirte, no quiero llegar tarde, Alana me mataría si nos retrasamos.

Vuelvo a mirarme en el espejo, pero él se acerca y se posiciona delante de mi. Ambos nos quedamos mirando.

-Fue sin importancia. Nada digno de recordar, de hecho fue muy aburrido. —Dice acariciado mi mejilla.

-Bien. —Murmuro dándome cuenta que esta dándome explicaciones. Él jamás me había dado explicaciones, Joder.

-Es verdad, mi amor. —Susurra acercándose. Sus manos envuelven mi cintura. —Contigo me siento en el mismísimo cielo, eres tan malditamente exquisita. —Agrega besando mi mejilla. —Abrázame.

Sonrío levemente, me gusta que ruegue. Me hace sentir poderosa.

-Me gustaría que existiera algo que hicieras por primera vez conmigo. —Admito.

-¿Crees que no existe nada? —Pregunta mirándome. —Anna, creí estar enamorado cuando estaba casado con Verónica, creí que hacíamos el amor, me sentía bien, pero conocerte me hizo entender y comprender que todo lo que sentí un día por ella no fue nada, no puedo compararlo contigo, jamás. Lo que tú y yo hacemos en la cama está a un nivel insuperable, nunca me había sentido así, solo contigo y eso vale más que cualquier otra cosa.

Mis brazos envuelven su cintura y sonrío levemente.

-Está bien. —Respondo. —Lo siento.

-Mi hermosa chica celosa, no lo sientas. —Susurra guiando sus manos por mi espalda baja hasta mi culo. Él me aprieta y me empuja hacia adelante. La toalla que lleva alrededor de las caderas me dejan sentir su polla semi erecta. —Te follaría justo aquí, pero debemos marcharnos.

-Tienes razón. —Respondo sintiendo el calor entre las piernas. —Eres una distracción. Vístete.

-Me alegra saber que lo soy. —Acercándose me besa, suavemente antes de alejarse.