𝐓𝐀𝐋 𝐕𝐄𝐙 𝐌𝐀Ñ𝐀𝐍𝐀 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇 🥀

41.

Capítulo 41.

Niall.

Deslumbrado solamente como ella a sabido hacerlo, la observo bajar las escaleras. Su vestido rojo ceñido al cuerpo marcan cada una de sus perfectas curvas y no puedo evitar mi mirada de tonto enamorado, exclusivamente para ella.
Lleva unos tacones negros tipo aguja que me preocupan, pero que la hacen ver alta, casi de mi estatura. Es una obra de arte, mi Anna es una jodida obra de arte maravillosa.
Acercándome, poso mis manos en su cintura al mismo tiempo que soy bendecido con un beso en los labios.

-Estás despampanante —Le hago saber y ella sonríe.

-Gracias, tú estás precioso.

Me gustan sus halagos, me gusta la manera en la que me observa y me hace sentir tan deseado como yo lo estoy de ella cuando está cerca mío.
Acercándome, beso su cuello y ella se ríe.

-Tía Anna ¿Puedes volver a ponerme la corona de princesa?

Ambos observamos a Amy. Esta mañana después de sincerarme con Anna, fuimos al centro comercial.
Paseamos un rato y mientras observábamos las vitrinas, me comentó lo mucho que le gustan las coronas de princesas a su sobrina, así que sin pensármelo, se la compré. No podía volver con las manos vacías con respecto a Theo, así que también le he comprado uno de esos Legos que le gustan tanto.
Ver sus caras de felicidad me alegro muchísimo. Son solo detalles, pero no existe nada más agradable para mí, que verlos sonreír.
Observo a Anna tomar la mano de Amy y llevársela al sofá.

-Cuñadito, te necesito unos pocos minutos en la cocina —Me llama Denise, por su semblante, no la veo contenta ¿Será por el Lego que le compré a mi sobrino?

-Tú dirás —Me cruzo de brazos esperando su regaño, no sería la primera vez que me reprende por comprarle cosas a mi sobrino, más aún cuanto está castigado por alguna travesura y yo no tengo idea.

-Mi teléfono no ha dejado de sonar.

-Pues apágalo.

Sus ojos fulminantes me observan.

-Lo haría, pero no puedo —Responde casi en un susurro —Debo comunicarme con Greg, pero fíjate que lo haría si no fuera porque la estúpida de Verónica no deja de llamarme.

Ahora quien frunce el ceño soy yo.

-¿Verónica llamándote?

-Sí ¡Y no deja de enviarme mensajes! —Se queja —Quiere que le contestes el teléfono, quiere verte.

Resoplo. Es lo último que me faltaba, justo el día de mi cumpleaños.

-Ni loco, no voy a verla.

-Entonces deberías hacérselo saber, porque me está sacando de quicio. Casi rompo mi apreciado IPhone contra la pared por la culpa de esa zorrilla.

Busco mi móvil. He estado tan pendiente de Anna y mi familia que ni siquiera me he dado el tiempo para mirarlo.
Como creí, tengo un montón de mensajes de felicitaciones, tanto de mis colegas como amigos personales. Mientras deslizo mi dedo por la pantalla, veo el nombre de Verónica.

-Me ha escrito —Le explico a mi cuñada.

-No lo dudo, vamos dile que te deje en paz y que no me moleste. Porque osino iré adonde vive y la tomaré de los pelos... —

-¡Denise por Dios! ¿Porqué tanta agresividad? —Mi madre entra en la cocina y observa a su nuera.

-Esa idiota de Verónica suegrita, no se cansa de molestar —Le explica.

-Lo sé, lo sé. A mi también me ha enviado algunos mensajes —Confiesa mi madre y la furia se apodera de mí.

Con rabia le escribo, con rabia le exijo que deje a mi familia en paz y que deje de buscarme. Mis dedos se mueven por las teclas con agresividad mientras ambas mujeres me observan atentamente.