Capítulo 29

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Megan ya tiene cuatro meses, duerme de corrido las noches y toma al menos cuatro siestas durante el día, se sienta sin dificultad, ama tomar todo lo que está a su alcance y tiene un poco de mamitis crónica, por lo que debo tenerla conmigo en el gi...

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Megan ya tiene cuatro meses, duerme de corrido las noches y toma al menos cuatro siestas durante el día, se sienta sin dificultad, ama tomar todo lo que está a su alcance y tiene un poco de mamitis crónica, por lo que debo tenerla conmigo en el gimnasio en casa o en la sala de espejos, su lugar favorito, adora ver su reflejo y jugar con ella misma mientras balbucea y mueve las manos, como si estuviese explicando algo bastante complicado a la yo que la mira por el reflejo, puede estar horas y horas así, me salió un poco vanidosa mi pequeño retoño.

Últimamente llora un poco y babea más de lo normal, el pediatra me explicó que esto comienza a suceder por la erupción de los dientes, pronto comenzarán a salirle, también me explicó que, debido al cambio de sueño de mi bebé, comenzará a tener menos evacuaciones ¿Y sabes lo que eso significa? ¡Menos pañales sucios! Yo no sé como un trasero tan pequeño puede cagar tanto, es impresionante.

Hoy tuve entrenamiento bien temprano por la mañana, todos los chicos estaban ahí, pero... se siente un poco extraño no ver a Travis por el gimnasio, llámame tonta, es que... hay cosas que no se pueden olvidar de la noche a la mañana, han pasado varias semanas y sigue doliendo mi pecho como el primer día.

Llegué a casa de mis padres cerca de las seis de la tarde, lo primero que escuché, fue la carcajada de mi bebé, exquisita estos días, tan risueña y divertida, estaba sentada en la alfombra de la sala, usando una gran almohada para no perder el equilibrio, papá estaba recostado de frente con dos títeres en las manos, mientras le contaba una loca historia en la que los títeres chocaban y volaban, eso tenía a Megan roja de la risa, mientras cubría su boca con ambas manos, llevándolas a sus muslos después y de regreso a su boca.

Megan adoraba a papá.

— Vaya — reí— Yo estaba segura de que tío Oren era el que se quedaría con ella hoy ¿Tú no tenías una pelea?

Llegando con ellos, dejé el bolso sobre el sofá y saludé a ambos.

— Bueno... digamos que sí fui a mi pelea, y gané, por supuesto, tu padre es el mejor, llegué cerca de las tres y le dije a Oren que yo me hacía cargo de mi nieta, así que se fue a una cita con Marcus... a tu casa, probablemente para follar, así que es mejor que te quedes a cenar.

Reí.

— ¿Por qué no me sorprende? — tomando asiento a lo indio en la alfombra, viendo a Megan estirar los bracitos así mí, así que la cargué, sentándola sobre mis piernas— Está bien, me quedaré a cenar, tomé una ducha en el gimnasio, así que estoy limpia, por cierto papá, tengo una pelea en una semana, así que el abuelo está entrenándome con menos exigencia para no fatigar mis músculos, pero es en Los Ángeles, me llevaré a Megan claro, buscaré una niñera y...

— Déjala aquí ¿Para qué están los abuelos? — quitándomela, besando su mejilla, abrazándola aún recostado en el piso, Megan apoyada contra su cuerpo— ¿Por qué no te mudas aquí? Así podría ver más tiempo a mi nieta, nos divertimos mucho ¿No es así mi pedacito de cielo?

Deja que ocurra #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora