Capítulo 38

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Claro que tuvimos sexo esa noche, teníamos muchas cosas que celebrar

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Claro que tuvimos sexo esa noche, teníamos muchas cosas que celebrar. Regresaríamos a casa juntos, sin temer a las consecuencias de Los Ángeles, esta vez, condenados a cadena perpetua por reincidir en sus delitos, no más Travis padre, no más pesadillas, esperando y rogando a Los Diablos que no apareciera en mi casa un día de estos para llevarme, o peor, llevarse a Megan... no sabes cuanto temía que algo como eso pudiera suceder.

En cuanto a los preservativos...

Ocupamos diez.

En el número once, Travis se dejó caer de espaldas en la cama, me dijo que hiciera lo que quisiera con él, que ya no saldría nada más, fue divertido.

El numero doce, lo amenacé con contarle a papá que lo hicimos sin preservativo, eso le dio el ánimo que necesitaba.

El número trece... ¿Travis seguirá vivo? Estoy segura de que soy la única que se mueve aquí.

— Travis ¡Por favor! Una vez más, sólo una vez más, mi mamá dijo que catorce era su récord, quiero al menos estar en igualdad de condiciones.

Moviéndolo.

El pobre estaba completamente frito en la cama, se había dormido.

— ¡¡Travis!!

Moviendo su hombro.

— Una vez más...

Supliqué, intentando despertarlo.

— Travis...

No había caso... él simplemente no despertaría hoy.

— Eres un aburrido ¿Tendré que esperar unos días para poder llegar a los catorce? Quizá quince.

Saliendo de la cama con piernas temblorosas, recogiendo preservativo por preservativo, limpiando nuestro desastre por aquí y por allá, terminando de rodillas un par de ocasiones, mis piernas literalmente eran como Bambi aprendiendo a caminar ahora, pero soy una mujer Landon, la resistencia de nosotras era impresionante.

Y como mis padres criaron a una guerrera y no a una perra llorona y débil, me levanté mierda y seguí desordenando el desastre. Imagínense lo terrible que hubiese sido si Megan ve los preservativos o las manchas de semen en el piso ¡Joder! Los cargos por negligencia, y el trauma que le generaría ¡Son enormes!

Ya con todo ordenado, siendo las cinco cuarenta y seis de la mañana, tomé una ducha rápida, limpié el cuerpo de Travis con un trapo húmedo y un poco de jabón, para quitar los rastros de sudor, le puse un bóxer limpio con mucha dificultad, y luego lo arropé, sólo entonces terminé de vestirme, unas bragas limpias, su camiseta.

Apagué las luces y regresé a la cama, apoyé mi rostro en su pecho, subí mi pierna a una de las suyas y acaricié sus abdominales con mi mano, sintiéndome increíblemente cómoda y aliviada de tenerlo conmigo.

Deja que ocurra #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora