Capítulo 41

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Mamá y los tíos fueron a casa, los niños han estado demasiado tiempo solos y nosotros estamos fuera de peligro, por lo tanto, no necesitábamos supervisión las veinticuatro horas, estábamos bien y éramos capaces de presionar el botón para llamar a ...

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Mamá y los tíos fueron a casa, los niños han estado demasiado tiempo solos y nosotros estamos fuera de peligro, por lo tanto, no necesitábamos supervisión las veinticuatro horas, estábamos bien y éramos capaces de presionar el botón para llamar a las enfermeras en caso de que algo sucediera.

Travis fue a hacer su maleta para internarse, está todo preparado para que se marche hoy mismo luego de venir a despedirse de mí, le dije que me sacara del hospital, él sigue siendo mi tutor y contacto de emergencia, estoy aburrida aquí, observando paredes blancas todos los días, mala televisión y las visitas de las enfermeras antes de las ocho de la mañana, quería volver a casa, con mi niña, pero no... el idiota que amo quiere que me quede aquí hasta que me recupere, yo sólo quiero acompañarlo y llevarlo al centro de rehabilitación, pero no, en cambio, tengo que quedarme aquí con papá, que parece estar comiéndose la cabeza mientras me observa, probablemente quiere decirme algo, ambos ya estamos mejor, han pasado dos días desde el día en que ambos despertamos luego de esa maldita operación en la que morimos y revivimos, no hemos intercambiado muchas palabras desde ese día, quizá porque mamá sigue amenazándolo con el divorcio, papá tiembla cada vez que lo menciona, le juro que nunca más hará estupideces, le pidió otra oportunidad y hasta lloró, fue muy divertido de ver sabiendo que todo era parte de un plan de mi maquiavélica madre para que papá deje de ser un descuidado, definitivamente ella es la que tiene las riendas de esta familia, si ella dice uno, papá no se atreve a decir dos.

Quien viera al Diablo, el malvado y despiadado diablo cuando su mujer lo domina.

— Lucia... ¿Podemos hablar?

Aquí vamos, ya sabía yo que quería hablar conmigo.

— ¿Qué sucede, papá?

Bajando el volumen de la televisión, ladeando la cabeza, aún no me sentía capacitada para levantarme, seguía temblando completa cuando hacía más esfuerzo del necesario.

— Necesito que seas sincera conmigo.

— Siempre soy sincera contigo ¿Cuándo te he mentido?

Creo que sé qué dirección tomará esta conversación.

— ¿Tú... por qué me salvaste?

— ¿Bromeas? — reí bajo— Eres mi papá ¿Crees que te dejaría morir sin más si podía salvarte? Estabas desangrándote cuando entré al quirófano, estabas abierto, vi tus órganos, vi al cirujano con tu corazón en sus manos, reanimándote, porque estabas muerto, y todas las maquinas pitaban con fuerza, todo era rojo ¿Y tú crees que yo iba a marcharme?

Tragó grueso, lamió sus labios e intentó ladearse sin éxito, haciendo una mueca de dolor.

— Si salvarme a mí, significa que te suceda algo a ti, o que mueras, porque estuviste muerta por unos minutos, prefiero morir, Lucia ¿Crees que yo sería feliz? ¿Crees que podría continuar mi vida si no te tengo? Eres mi princesita, mi primera hija, la que me enseñó lo que es ser padre y lo que es querer de forma incondicional, yo no sabía ni siquiera lo que era dar un beso de buenas noches, o cantar una canción de cuna, contigo mi vida se hizo mucho más feliz, todos los días era un nuevo aprendizaje, todos los días te amaba un poquito más ¿Qué crees que habría pasado conmigo si te pierdo? Lucia... yo me muero, si te pasa algo a ti o a tu hermano, yo me muero.

Deja que ocurra #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora