Capítulo XVII: Unexpected celebration.

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Un mes después:

Sia;

Hablar con Elijah ha sido prácticamente imposible, desde aquella noche, parece que entre los dos; hubiera un muro impenetrable. He intentado sacar el tema de los mellizos infinidad de veces, pero él simplemente me ignora alegando que no desea saber nado sobre la descendencia de James y aunque he tenido ganas de decirle en miles de oportunidades que es en realidad su descendencia la que crece en mi vientre, nunca han salido tal confesión de mi boca.

—Estás algo pálida, Sia…—musita Penny y suspiro con una débil sonrisa. Los malestares del embarazo han aumentado este último mes, las náuseas, los mareos y fatigas son el pan de cada día para mí. Hace tres semanas, el médico me ordenó reposo, pues hace unos días tuve un leve sangrado. Dijo que podría tratarse de un… Ni siquiera puedo mencionar esas palabras, lo bueno de todo es que hoy he tenido mi revisión y él me ha dicho que ya puedo dejar la cama.

—Hace mucho calor, ha de ser por eso. —le digo y ella asiente.

En estas últimas semanas, Penny y yo, hemos entablado una especie de amistad que he de agregar, aprecio mucho, de no ser por ella, este último hubiera sido peor de lo que ya es. En un inicio me planteé la idea de irme para New York, pero descarté por completo esa idea; ya que debo seguir trabajando en el proyecto. Gracias a las complicaciones que tuve el último mes con mi embarazo, toda la negociación se detuvo, por lo que hoy es la segunda reunión que tendremos con los inversionistas. Frunzo el ceño al notar a varios meseros seguir a un señor que lleva un esmoquin color rosa y unas gafas ridículas.

—¿Qué ocurre? —le pregunto a Penny y cuando ella está a punto de responderme, Elijah irrumpe en la cocina sosteniendo una taza de café. Tiene el cabello revuelto y mojada, aun así, lleva el traje puesto y una corbata color azul oscuro. ¿Por qué tanta formalidad para la reunión de hoy? Porque a pesar de ser algo de trabajo, Edward aclaró que la reunión se llevaría a cabo en su casa. “Nada formal” fueron sus palabras exactas, si mal no recuerdo; razón por la cual, yo elegí un vestido color azul claro por encima de las rodillas. Y sí, ya se me nota bastante el embarazo, algo que parece molestarle al trigueño que me examina con la mirada.

—Hoy haré una cena sumamente importante. —responde Elijah la pregunta que yo había formulado hace unos segundos atrás. ¿Cena importante?

—No recuerdo que quedáramos en eso con los inversionistas, ¿hubo algún cambio de planes? —le pregunto, él le extiende la taza de café a Penny y una vez ella la rellena, agrega sin siquiera mirarme:

—No tiene nada que ver con los inversionistas, es una cena personal a la que me veo obligado a invitarte.

No me da tiempo de decirle nada cuando sale de la cocina, ya se le hizo costumbre dejarme con la palabra en la boca. Después de hablar con papá y de asegurarle que me encuentro bien, me subo al automóvil que comparto con Elijah. Hace unas semanas, los silencios eran agradables porque me él me abrazaba haciéndome sentir seguridad y paz; ahora, son como siglos interminables de tortura, cargados de incomodidad. Lo peor de todo, es que no sé cómo acabar con esa maldita barrera de incomodidad que él interpuso entre nosotros.

Me dispongo a mirar por la ventana, dejando escapar un largo suspiro en el proceso. ¿Qué voy a hacer cuándo tenga que regresar a New York? Fue mucha mi sorpresa al descubrir que James no había dicho absolutamente nada de lo que había descubierto en su última visita. Una noticia que me entristece a cada nada, es el estado en que aún se encuentra mi hermana, y según los médicos, ahora depende de ella. La policía no ha encontrado ninguna pista de las personas que la lastimaron tanto. Al llegar a la “humilde” casa de Edward, camino en silencio detrás de Elijah sosteniendo la laptop y una carpeta. El primero que nota nuestra presencia es Edward, el cual me observa con una sonrisa, sonrisa que flaquea un poco al ver mi ya notable embarazo de cuatro meses. Recuerdo la cara de mamá y papá cuando hicimos videollamada hace unos días y, según mamá, nosotras teníamos una mansión cuando estábamos dentro de ella.

—Buenas tardes. —los saludos, luego tomo asiento.

La tarde se va en proyectos, comentarios fuera de lugar y la innegable intolerancia que se tienen Elijah y Edward. Al terminar de ingerir la comida, siento unas terribles ganas de vomitar.

—¿Puedo utilizar el baño? —le pregunto a Edward y este asiente, acto seguido llama a una de las empleadas que se encuentra cerca para que me guíe. De no ser aquella casa tan grande, consideraría aquello una tremenda exageración.

Después de pasar más de media hora con arcadas me di cuenta de que no iba a vomitar y he de asegurar que es peor. Me humecto el rostro y suelto un pequeño jadeo al verme en el espejo. Tengo el rostro pálido y el peinado destrozado, ahora mismo no soy la personificación de la belleza. Leves toques en la puerta me sacan de mi análisis frente al espejo, decido abrir ya que seguramente se trate del amargado futuro padre.

—Edward… —musito, acto seguido, me tambaleo y él me sostiene.

—¿Estás bien? Que pregunta más estúpida, te llevaré a uno de los cuartos para que te recuestes un rato hasta que termine la reunión. —sugiere y niego, tengo que estar presente.

—Sia…—me dice a centímetros del rostro, pensé que Elijah era alto y no sé la razón de no haberlo notado antes; pero Edward es muy, muy alto.

—Estás muy pálida y no quieres que esos dos señores se asunten, ¿o sí?

—¿Tan mal estoy? —cuestiono esta vez yo y él niega con diversión. Cuando me dispongo a caminar, Edward coloca una de mis manos detrás de su cuello y en un rápido movimiento me levanta en brazos y sube conmigo las escaleras, siento la mirada de alguien sobre mí; pero que no le tomo mucha importancia.

Edward me deposita en una cama con delicadeza y mi cuerpo agradece estar sobre aquella superficie suave y cómoda. Cierro los ojos un segundo y…

—¿Cuánto tiempo tienes? —me pregunta y lo miro.

—Cuatro meses. —respondo, llevando las manos a mi barriga, Edward coloca su mano sobre la mía y agrega:

—Me alegra que vayas a ser mamá, es una de las experiencias más bonitas que se puede vivir. Voy a informarle a Sanromán y a los demás que te sientes mal y no te preocupes, no haré ni permitiré que digan o hagan algo que arruine la sociedad que posiblemente me obligue a verte muy a menudo.

Al decir aquellas palabras, se marchó de la habitación y sin hacer mucho esfuerzo, terminé quedándome dormida, para cuando desperté ya la reunión había terminado, ¿pueden creer que Elijah se marchó? Iba a pedir un taxi, pero Edward se ofreció a llevarme, ya que según él, el idiota del futuro papá, lo había invitado a la famosa cena. La música me inunda los oídos, Penny es la que me abre la puerta y al entrar al vestíbulo, mis ojos recaen en la escena que contemplan todos los invitados.

¿Qué estamos viendo?

Elijah se encuentra de rodillas en el suelo, sosteniendo una pequeña caja que seguramente contenía el anillo que le acaba de poner en el dedo a una despampanante rubia que jamás había visto en mi vida.

Sia... [Libro #1] [Saga bebé] [Editando] +18✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora