Capítulo 60.

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Aidan se pasó las manos por el cabello alborotado mientras miraba a T/n, ya habían pasado tres días y aún no despertaba, los efectos de la Belladona habían desaparecido y sólo quedaba darle tiempo a su cuerpo de sanar.

No había querido irse en ningún momento, esperando estar a su lado para cuando ella despertara, tenía la camisa blanca arrugada, con algunas manchas de sangre en el cuello, la corbata aflojada con los primeros botones desabrochados y las mangas arremangadas hasta los codos, se encontraba caminando  de un lado a otro en la habitación esperando que algo cambiara.

Alex había convencido y ordenado que le dejaran ir a ver a su madre, quería saber cómo estaba, puesto que nadie le decía nada, así que en ese momento, el niño se alistaba para ir al hospital, donde lo esperaban los amigos de su made y su padre.

Farah estaba igual, reticente a irse del hospital, esperando que su hermana saliera de la situación tan grave en donde la había mentido, se sentía intimidada y cohibida al recibir las miradas asesinas que le daban los amigos de su hermana.





Unos quejidos se escucharon llamando la inmediata atención de Aidan que se acercó de inmediato a la cama de su prometida.

-¿T/n? - dijo con la esperanza de que le contestara - T/n, ¿Estás consciente? - tomó su mano dejando un beso en sus nudillos.

-Carajo... - tragó duro - Me duele todo...

Aquello hizo sonreír aliviado al castaño, escuchar que T/n hablara de aquella manera le decía que ya se encontraba mejor.

-¿Qué pasó? - giró con lentitud su cabeza para mirarlo - Tu cabello ya creció - sonrió de lado y después estiró la mano jugando con el, arrugó el gesto tras el inmenso dolor en su mano vendada, Aidan sonrió mientras tomaba su mano con delicadeza y la besaba de  nuevo.

-¿Cómo te sientes? - acarició su mejilla.

-Con hambre, mucha... - Aidan rio bajo - Y tengo frío, los hospitales son una verdadera mierda.- ambos rieron bajo - Joder, no me hagas reír que me duele el hombro y la mano...

Lo miró mal.

-Yo no te hice reír... - sonrió.

-Claro que si... - sonrió de lado - Ver tu hermosa sonrisa me hace reír...

Aidan sonrió de lado.

-Iré por un Doctor... - se levnató.

-No me abandones en este feo lugar... - frunció el entrecejo mientras cerraba los ojos, se sentía cansada, demasiado.

-Tengo que ir por un Doctor, regresaré, lo prometo.

T/n no dijo nada más, dejando a Aidan salir, esperaba que el Doctor que la había atendido al estar en el quirófano no le dijera nada, de lo contrario le arrancaría la lengua por soplón, no era momento de que lo supiera.

Soltó un bufido cuando la molesta voz del Doctor se escuchó en la habitación.

-Buenas noches Señorita Salvatore, ¿Cómo se siente? -dijo acercandose a ella, el Doctor era joven, atractivo y de cabello castaño claro.

-Si me sintiera bien no estaría en este lugar.- contestó de manera borde. Aidan sonrió de lado - Utilice su blando cerebro.

-Gracias,- dijo en un susurro - siga mi dedo por favor,- apuntó a su ojo con una linterna - bien, pues no tiene ningún trauma, lo que es bueno, su presión arterial esta bien y hasta el momento su saturación de oxigeno es correcto.

-Osea que ya me puedo ir.- aseguró.

-No, las heridas aún no han sanado del todo.- T/n giró los ojos causando mas gracia a su novio - Tendrá que quedarse aquí unos días más.

Entregando la corona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora