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El camino era bastante rocoso, sus pies se doblaban si llegaba a pisar una piedra, o resbalaba cuando pasaba por lodo e incluso en el pasto mojado.

Que dicha la suya, andar por tales caminos solo para despedirse del pésimo genio que se cargaba el supuesto "Amo, señor de todo"

De lo único que podría arrepentirse era no poder recorrer todo el páramo, todas sus diversas rutas y detalles tan finos.

Anduvo unos veinte minutos, descansó en una piedra y retomó su camino, hasta ahora notó que recordaba bien su regreso, llegó a dónde el hado dormía.

-¡Jimin!, en hora buena, te estaba buscando -Era el hado Flu. Había pasado la noche con ellos, eran buena compañía así como los elfos de luz, pero ellos sí sabían como divertirse en cada rincón del Páramo.

-Estaba por pedirle a Parriel, su ayuda para ir a despedirme de tí y de las hadas Flu.

-¿Partirás hoy mismo? -Jimin afirmó apenado -Oh, supongo que será la última vez que te vea.

-No tiene porque ser así -comentó, Jimin -haré todo lo posible para regresar, ya verás

No pudo subirle menos el ánimo, Flai sabía de lo que iba, claramente el protector del Páramo lo había echado por no ser un ser mágico y sabía de sobra que jamás permitiría que volviese y él salir era peligroso en estas temporadas.

-No te importará que me lleve estás prendas, cierto -agarró la tela y la meneó disfrutando del vuelo. Era una tela hermosa.

-Por favor, será nuestro único recuerdo de los momentos divertidos que llegamos a pasar ayer con nuestras hermanas.

-Hasta luego, Flai, despideme de los demás, ya no se me permite estar aquí, pero te prometo que volveré -Ambos jóvenes se dieron un apretón de manos y Jimin partió hacía la salida.

La noticia corrió rápido, y algunos de los que conoció fueron a despedirlo, halagando lo increíble que la pasaron a su lado.

Que ningún humano se le había permitido entrar al Páramo y él, por azar del destino, había llegado hasta conocer en persona a su protector sin ser decapitado en ese momento.

Llegó al muro de espinas, inquebrantable e intraspasable.

Una mujer con marcas simbólicas en la cara, brazos y cuello, tocó una rama enredada y como acto de magia, se abrió una puerta a su altura.

-Fue un placer -Ambos se despidieron con una delicada reverencia.

Fue inmediata su salida, sólo atravesó y dió unos pasos antes de girar y ver a todos gritarle lo felices que habían estado en estos días, fue así, hasta que las ramas empezaron a tapar el hueco.

Entonces dejó de escuchar las voces de todos y se enfrentó a un gran silencio, la solemnidad del bosque lo recibió grato.

Vaya, es más silencioso de éste lado -pensó

Era medio día, el sol quemaba a todo su esplendor, el cielo pintaba lindas figuras trazadas por sus siempre aliadas, las nubes.

Sin más que hacer, caminó esquivando los árboles. Era un bosque muy lleno de flora, pero su atormentador silencio era lo que le recordaba aquel primer día fuera de casa.

Entonces, se detuvo, recordó ese primer día, la llegada de los hermosos seres, tan amables y divertidos, y después las inminentes garras en su cuello, el ser tan insensible que los había atacado.

Sintió un pinchazo en su pantorrilla, miró abajo sus pies y encontró una hormiga andar por sus pies, pero el movimiento agresivo del aire le hizo percatarse de su alrededor.

MALÉFICO: DUEÑO DEL MAL |KOOKMIN| 1960Donde viven las historias. Descúbrelo ahora