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Rosé mantenía el agarre en Jimin, eso ayudaba al rubio a seguir con el ritmo de la carrera estando posicionado en la cabecera, mientras Jisso seguía gritando a Jennie.

El camino que Rosé estaba tomando era lo que Jennie temía.
—¡Hacia allá no, Ross! —gritó Jennie

—¡Sé lo que hago! —contestó Rosé.

—¡Corre hacia el otro lado, Ross! —las piernas de Jennie empezaban a debilitarse, su aliento y garganta se secaban, Jisso en vez de gritarle que corriera más veloz, esta vez se preocupó por la salud de su hermana.

Jennie se detuvo y bajo de su espalda a Jisso, para después caer al piso con la mano en su pecho.
—¡Jennie! —gritó alarmada su hermana, Jisso

Rosé giró hacía atrás y al ver a Jennie en el piso también se detuvo.
Jimin también volteó a ver a sus madrinas y al ver a su madrina totalmente debilitada intentó regresar, claro que Rosé lo detuvo.

Los elfos seguían corriendo aún más felices por el festín, pero Rosé no se las dejaría tan fácil.
Sacó su varita y apuntó al que tenía mayor alcance a sus dos hermanas.
—¡thunderstru...

Pero una fecha pasó a su costado para luego atravesar entre medio de Jisso, y Jennie para terminar clavada en la frente del elfo.

Jimin estaba pasmado, y un poco atónito cuando varios corceles pasaron a su lado y encima de ellos mujeres con arcos.

Jimin giraba en su lugar mirando a las mujeres llegar a su rescate, eran las hadas Valkirias.
Y aunque no eran un gran número, jamás se les subestimaba.
Con ellas y Rosé, dieron una buena batalla.

Claro que los elfos guerreros eran amantes de la guerra, pero unos cobardes o unos arrogantes.

—¡Miren nada más, las princesas llegan al rescate en sus muy limpios caballitos! —exclamó un elfo.

—¡Esta princesita te podría partir esa sucia boquita, o preferís ser mi corcel y así te baño diario!

El elfo soltó una carcajada.
—Largate a pintar tu carita, deja a los hombres pelear o prefieres que te haga un hijo para que sea lo único honorable de ti.

Las burlas de los elfos no fue de esperar.
En si lugar, la Valkiria bajó de su caballo, no había gracia en su rostro, y tampoco compasión.

Caminó firme hacia el Grow, todo su armamento resonaba con cada pisada, y cada pisada dejaba marca, y marcas eran lo que la Valkiria deseaba dejar en el rostro del elfo.

—Querés que te pinte tu carita con sangre, eh, elfo de cuarta, me tenés tanto miedo —lo retó con la mirada, todo el cuerpo de la Valkiria estaba por abalanzarce al elfo.

—Te encontraremos —dijo el elfo, esta vez dirigiéndose al rubio
—Te vamos a encontrar —fue lo que dijo antes de darse la vuelta e irse, dejando plantada a la Valkiria que anhelaba tanto una pelea.

Las tres mujeres junto a Jimin fueron escoltados hacia dentro del Páramo, pero antes de continuar, la Valkiria líder de aquel equipo encaró a las tres mujeres.

—¡Qué hacéis por aquí vosotras, tienen prohibido andar por aquí, no les fue suficiente con sus grasadas, encima se han convertido físicamente en una de ellos!

—¡Pará, Delta! —gritó Rosé —¡No hicimos ninguna grasada, nena! —imitó el acento de la Valkiria
—¡La única grasa que puedo ver es la que tenés debajo de la faldita, muñeca!

—¡Rosé! —regañó Jennie.

—¡Vos qué hacés aquí! —se dirigió a Jimin
—Tendrias que estar en casa, ¿cómo has llegado aquí con éstas?

MALÉFICO: DUEÑO DEL MAL |KOOKMIN| 1960Donde viven las historias. Descúbrelo ahora