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Con el mismo deseo, el hado volaba directo a casa.

“Que en la mañana no hubiera ningún problema que le impidiera salir”

Lo repetía constantemente, y maldecia a algún apestoso Grow que intentara atacar mañana por la mañana.

Que mañana no surjan problemas” volvió a repetir.

Más calmado, buscó a Servo, el fiel escudero que la familia Jeon podría tener. Le pidió asilo solo por esta noche y gustoso el elfo aceptó.

Pasó una noche tranquila, a pesar del escándalo que aún se presenciaba en cada rincón del Páramo, su sueño era más pesado que un Parriel ebrio.

La noche transcurrió de lo más tranquilo para ambas cabezas hechas un lío:
una rubia bastante nerviosa y distraída en el nuevo comienzo que iba a tener su mañana y por otro lado, del lado del Páramo, la mata negra; estaba despierto desde las cinco de la mañana, mirando el cielo aclarar.

La ligera capa de la luna siendo guardada por el sol, las avecillas cantando por el fresco día, y las risas de sus aldeanos mágicos.
Ya es de mañana —Se dijo el hado.

Así que con el estómago vacío, emprendió vuelo a sus aposentos.
Tenía planeado no desayunar por ahora, sólo lavarse la cara y estar presentable.

Cuando llegó, vió a Parriel bebiendo un poco de agua y sobando su cabeza.

—Te caíste, por eso te duele la cabeza —dijo el hado, cruzando sus brazos sobre su pecho
—Pero lo primero que se te cayó fue la mierda que salió de tu bocota

Parriel lo miró, deteniendo los movimientos de su cabeza
—Amo, de qué habla —preguntó angustiado

—Ah, qué fue exactamente lo que dijiste —fingió recordar mientras Parriel prestaba suma atención.
—Sí. “Señor, amo, dueño de mi vida y alma, mueve esa alas y páseme la botella o yo mismo se las arranco y las uso yo” —Dijo el hado descaradamente

La cara de vergüenza estaba que se le caía, Parriel dejó de sobar su cabeza porque en ese momento se le había olvidado aquel dolor.
Se tiró al piso y de rodillas se acercó al hado pidiendo clemencia.

—¡Señor, amo, discúlpeme! —rogó
—¡Señor, yo jamás haría algo así, amo, por favor!

—Me has decepcionado, Parriel

Y fue aún más la decepción para Parriel escuchar aquellas palabras, porque rompió a llorar y pedir la horca de inmediato, es más, la exigió.

—Te puedo perdonar si haces algo por mí —Dijo el hado, ahora que le había jugado una broma a Parriel y había salido diferente a lo que imaginó, tomaría la oportunidad.

—Lo que usted dictamine, mi señor —Dijo entre llanto —Lo que usted disponga yo lo haré, es la palabra de un fiel siervo y en cuanto acabe la tarea mateme, hágalo.

—Bien, primero deja de llorar, segundo, tenías un recorrido con Jimin, no es cierto —Parriel dejó de llorar y quedó impactado

—sí —dijo débilmente —, así es señor.

—Bien —sonrió triunfante —, tu vida a cambio de que yo sea quien le de ese recorrido a Jimin

Parriel se alzó del suelo, y bastante confundido se quedó viendo directamente al hado.
Ante esa mirada, Jungkook carraspeó y con ciertos nervios se excusó

—Es que quiero recolectar cierta información, y solo lo puedo hacer si estoy cerca de él —Pero Parriel no le creyó nada, y dejó atrás la máscara de niño llorón y ahora su cara era de un niño travieso.

MALÉFICO: DUEÑO DEL MAL |KOOKMIN| 1960Donde viven las historias. Descúbrelo ahora