MALÉFICO: DUEÑO DEL MAL |KOOKMIN| 1960

00.15

Oh, amor, ven a mí que estoy muriendo, en esta soledad, en esta maldita soledad.

Amor, dime cuándo vendrás. Mírame, mírame en esta soledad eterna.

Qué sabes de dolor si no has visto a todos escogiendo su pareja, sus amigos y sólo eres el espectador final, eres su última opción.
Pero lo que es, incluso triste, es que esa persona tú la escogerías de principio.

Jungkook no fue el último, pero tampoco el primero, él sólo era el espectador que miraba desde la rama de un árbol.

Porque siempre tuvo que seguir reglas, conductas y orden. Su preparación como protector del Páramo inició desde pequeño.

Sin embargo, cuando escuchó a Jimin hablar deliberadamente sobre él hizo pensar tantas cosas, entre éstas se colaron sentimientos negativos.

Impotencia:

Una; no importara lo que hiciera, nadie se daría cuenta del gran esfuerzo que estaba haciendo.

Frustración:

Dos: sentir que era elegido como última opción.
Saber que, Jimin sonreía alegremente, platicaba amenamente, y pasaba su tiempo con aquellos simpáticos chicos.

No eran celos, no, nada de eso.
Era el hecho de que, si Jimin tuviera que elegir entre ellos y él, elegiría a ellos porque eran agradables y Jungkook no podría serlo, su personalidad se había transformado en un monstruo.

Maldito sentimiento doloroso en el pecho de impotencia.

No importaba que Jungkook hizo sus labores en la madrugada para desocupar su tiempo y dárselo al chico. Sólo quería ser por primera vez amable.

Bueno, también no olvidemos que el magnífico hado le había lanzado un hechizo.
¡El hechizo! —recordó Jungkook.

Maldita sea, el hechizo increblantable que le lanzó hace años. Iba a morir, Jimin iba a morir

Regresó a gran velocidad al páramo. Era hora de la comida, sus habitantes yacían en cabañas devorando comida; bromeaban entre ellos dejando escapar grandes carcajadas con la boca abierta y llena de comida.

Atravesó todo el páramo y no encontró la cabellera que buscaba.
Lo buscó por el camino que inicialmente lo halló y nada, no había rastro alguno.

Allí mismo decidió descender.
Decidio dejar de buscarlo, porque según su lógica: si lo buscas, no lo encuentras, si no lo buscas, lo encuentras.

Caminó desolado.
Su estómago rugió de nuevo.

Cabe aclarar que buscaba al rubio porque se hizo cargo de él, es decir que si le ocurría algo, el hado sería responsable.

Y como bien había dicho su refrán.
Dejó de buscarlo y de repente escuchó su voz.
Se acercó a dónde unos árboles y reposó allí su espalda, porque nuevamente, Jimin no se encontraba solo.

Bien, no escucharía pláticas nuevamente, pero si mencionaban nuevamente su nom...

—...es que si llegaste con él y no te busca, podrás quedarte con nosotros —sonó una voz muy rasposa.

—seguro porque no sabe que estoy aquí — ese sí era Jimin.

—Te diré algo, Jimin —bien, al dueño de esa voz ya lo odiaba.
—El protector de éste páramo tiene muchas obligaciones y responsabilidades, él no va andar paseando contigo, pero no porque no quiera, digo, mírate, eres hermoso y una buena compañía, sólo que...