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Era 13 de octubre de madrugada, Jungkook estaba ajustando las correas del caballo pues llevaban algunas cestas con comida y prendas para proteger a Jimin del frío.

Parriel también estaba allí ayudándole a acomodar todo, además servía como un soporte de ayuda emocional mientras Jimin iba con los elfos del campo por un obsequio para el rey.

—Cuando usted parta rumbo a Argat, yo iré al último lugar que le faltó —le dijo Parriel.

Jungkook no dijo nada, solo siguió acomodando la correa aun cuando la había estado acomodando desde hace media hora y quedaba igual.

—Si le tengo noticias, iré a verlo hasta Argat, usted se quedará allí hasta que termine el día, cierto.

—No sé —contestó en seco.

Parriel continuó
—No tengo idea a qué hora de mañana se cumplirá la maldición, supongo que será a la hora en que la profanó hace 20 años, y fue...—pensó
—Fue alrededor de las 10 de la mañana

—No cumplí ninguna de mis promesas —Por fin habló el hado —, se lo prometí, le dije que encontraría la forma y no fue así.

—Mi señor —intentó calmarlo —Ambos sabíamos que esto iba a ser difícil, su hechizo, como bien lo dijeron todos los seres mágicos, es indestructible, es perfectamente indestructible.

—Me apuñalaría si él finalmente cierra los ojos.

—Basta mi señor, sí eso pasa entonces... —no supo qué decir.

—Exacto, no podré ya hacer nada, solo una dolorosa y lenta muerta será mi pago

Se empezaron a escuchar los crujidos de las hojas secas por las pisadas de una bella cabellera rubia
—¡Ya estoy aquí! —llegó Jimin con bastante entusiasmo
—Lamento la demora.

Parriel le sonrió:
—¡Qué bueno!, mi señor ya se estaba impacientando conmigo —trató de bromear
—Buen viaje, Jimin —deseó — mi señor —reverenció.

Jimin se acercó al hado y se colgó desde su cuello, Jungkook lo tomó de la cintura, su rostro estaba serio, mientras Jimin sonreía alegremente, tenía un brillo en su mirada que mataría por él.
—¿Qué sucede? —le preguntó Jimin.

Jungkook negó y se acercó para besarlo, lo abrazó con fuerza desde la cintura hasta subir sus manos y apretarlo contra su pecho.
Jimin sentía lo apasionado que estaba el hado, no lo reprochó, le gustaba, le encantaba que Jungkook fuera tan apasionado, aunque sospechaba que se debía a otro asunto.

—¿Todo está bien? —volvió a preguntar.
Jungkook ya lo había dejado de besar, pero mantenía su rostro en el cuello del chico.

—Todo está bien —volvió a mentirle.

Finalmente lo ayudó a subir al caballo y después él montó otro caballo.
Jimin no había creído nada de lo que el hado le había dicho, estaba seguro de que algo no andaba bien.

—No pienso quedarme más que un día en el castillo, tan pronto lo conozca, regresaré al páramo —Le dijo Jimin.

—No puedes decir eso sí aún no has visto el castillo, te encantará es un lugar cómodo e ideal para ti.

—Ni la estructura más bella me retendrá, prefiero estar contigo en el páramo. —Jungkook sonrió de lado, orgulloso de su hogar.
—Dime cómo debo comportarme allá

—No corras o grites en el castillo, tienes que ser lo más aburrido posible, eso les gusta —Aquello le saco una risa a Jimin.
—oh, tampoco debes reír así de fuerte

—¡Vaya! —exclamó Jimin —ahora ya no me apetece ir.

Jungkook negó.
—No hay marcha atrás.

MALÉFICO: DUEÑO DEL MAL |KOOKMIN| 1960Donde viven las historias. Descúbrelo ahora