Esa mañana, el viento de la llanura silbaba al frotar las flores de distintos colores. El rocío de la lluvia nocturna había lavado la amarga noche anterior. Las cabezas de ganado pastaban libres en la vasta llanura con una tranquilidad solo abrigada por el ligero brillo del sol vestido de algunas pocas nubes en el gran océano celeste en el cielo. Inocentemente, en aquel granero entraba la mujer que en el previo anochecer se ahogaba en lágrimas. Ingenua, se dirigió al fondo del lugar, buscando algo, o a alguien. Asomó su cabeza lentamente para descubrir que no había nada, mas la forma de un objeto plasmado en la paja sin percatarse que a su espalda acechaba una figura.
— ¿Cómo supiste que estaba aquí? —preguntó la voz. Era La Mano que ponía su guante contra la espalda baja de la dama. Sorprendida, irguió su espalda, pero no contestó. En el shock, intentó buscar una explicación del porqué alguien estaría en su granero y en ese momento, amenazándola de muerte. Intentó dejar en el suelo aquello que sostenía en sus manos, pero el guante le presionaba contra su piel con más fuerza. —Ni siquiera lo intentes... —decía La Mano colocándose a un lado de la mujer. Observó sus manos y observó una bandeja de madera con un trozo de pan y un poco de leche. La Mano le miraba confundido.
—No es mucho. Solo déjanos en paz, no era necesario que dejaran a un soldado para vigilarnos... —respondía la mujer, con la voz quebrada como si estuviese a punto de llorar, pero sus ojos pintados de unas claras ojeras hacían entender que ya no podía liberar más lágrimas de su cuerpo. —El caballo negro con montura, eso fue lo que me avisó que había alguien... —La Mano retiró el guante, tomó la bandeja de la mujer y la puso en el suelo. Con los ojos hinchados y maltratados de frotarse, la dama logró ver al hombre. Su ropa rasgada, las vendas en su cuerpo y el guante en su brazo derecho le causó dudas.
—No estoy con ellos, —decía La Mano —, tomé prestado el lugar para pasar la noche. Solo espero no haber causado molestias.
—Para nada... —replicó la mujer con una ilusionada alegría que escapaba de su voz. El hombre, tomó asiento, agradeció por la comida y se dispuso a comer. La mujer le veía de lejos, su atención recaía en el guante de figura extraña. Fuera de su arma, vio que se trataba de una persona como cualquier otra. —¿Eres aquel al que llaman La Mano del Demonio? —preguntó nerviosa a su invitado. Desde el suelo, él solo la ignoró. —Supimos de alguien que logró enfrentar a dos soldados del Ragan sin ningún problema en Vermaillen. Los soldados antes llegaban cada semana a cobrar, pero desde ese incidente, aparecen cada día, buscándote... —La Mano dejó de comer por un momento, cerró sus ojos y mantuvo su cabeza abajo. Desde donde estaba, la mujer pudo reconocer una mancha roja en la venda del hombre.
—Lamento haber causado tanto... —replicó La Mano mientras observaba la palma de su guante.
—La herida, está sangrando —le notificó la mujer. —Ven adentro, te ayudaré a cambiarlas. —el hombre, se puso en pie, tomó la bandeja y caminó con la mujer afuera del granero.
A la luz del sol, las flores resplandecían con alegría, los animales pastaban sin preocupación mugiendo de tranquilidad mientras el Sol les bañaba con su tenue resplandor. El viento que provenía de las montañas del norte de Nuuk traía una ligera brisa de frescura. "Estas son las mañanas que los libros cuentan de Nuuk", pensó La Mano mientras admiraba los pájaros cantando en el árbol que con su sombra cubría la casa.
Al entrar, vio una humilde morada. El piso de madera crujía con el caminar, las paredes con sus diferentes tonalidades de café. Unos pocos retratos dibujados decoraban la habitación mientras que algunos clavos yacían sin colgar nada. En la cocina, una señora de edad mayor limpiaba los platos. No parecía tener expresión alguna en su rostro. Al ver a la mujer entrar con La Mano, dejó su labor y subió al segundo piso de la casa. En la sala, postrado en una silla, había otro anciano que miraba perdido por la ventana. Volteó a ver como el invitado se sentaba en la misma sala y volvió a lo que hacía.
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Edge of Faith
ПриключенияQué estarías dispuesto a sacrificar para lograr tus metas? Únete a La Mano del Demonio, un hombre con dos únicas tareas: Sobrevivir y descubrir su pasado. En su travesía para revelar la historia armado solo con su guantelete, viaja a través de la ti...