Las tonalidades naranjas en el cielo y el ocultar del Sol tras las murallas marcaban el final del día. Los soldados, confiados observaban al frente a un solo hombre levantándose de entre la lluvia de flechas. A sus espaldas, los cadáveres de numerosos Ardus y algunos soldados que descuidados, cayeron ante el gran número de los civiles que combatieron.
Los hombres del Ragan le ordenaban a aquel forastero soltar sus armas y rendirse. Al frente se encontraban cinco sargentos con sus mazas de guerra, una gran cantidad de soldados, jinetes y en la retaguardia, toda una línea de arqueros apuntando contra el hombre. Todos reían a carcajadas y algunos otros seguían burlándose ante la pobre ofensiva Ardus.
—¡Suelta el arma, maldito demonio! —ordenó uno de los sargentos —, ¡Estás solo y no hay escapatoria! —mientras el Sol se ponía al oeste, apuntando al frente al viajero, este simplemente se volteó hacia atrás. Observó por unos cuantos segundos el resultado de la batalla. Prestó especial atención a la sangre que pintaba las calles, a los jóvenes y adultos que perecieron ante el cruel combate.
—¡Suelta el arma! ¡Última advertencia! —exclamó otro de los sargentos. Con un ademán, mandó a los arqueros a apuntar a su objetivo.
—Tienen razón, —respondió La Mano volteando de nuevo ante sus enemigos —, no hay escapatoria... —Al colocar su cuerpo de frente, en su pecho un resplandor color rojo brillaba con intensidad. Sus ojos se notaban perdidos y su expresión facial era estoica. Su guantelete ya no solo le cubría la mano y su antebrazo, en un instante, el material iridiscente se expandió hasta su hombro tomando la totalidad de su extremidad. Los incautos uniformados ignoraban los cambios y se mantenían en guardia, esperando las órdenes.
—Acribíllenlo —dijo uno de los sargentos mientras se retiraba de la escena. Los arqueros pronto desenfundaron sus flechas y apuntando al cielo, dispararon sus proyectiles. Los soldados observaban como momentáneamente desparecía todo rastro de las nubes en el cielo y se oscurecía. Algunos pocos observaron a su objetivo y como este bajaba sobre una de sus rodillas y se cubría con lo que el brazo derecho le permitiera mientras sostenía un escudo de madera.
El constante choque del acero ante su brazo, la madera del escudo y el suelo opacó el ruido alrededor del forastero. Sus ojos se observaban perezosos ante la realidad, pero en su mente sus memorias aparecían de manera lúcida. El ruido blanco generado por el choque del acero contra la piedra y su guante le permitió regresar al pasado.
—¡Apresúrate, el viejo nos va a dejar atrás! —se escuchó en su cabeza. A su alrededor, había arena blanca, el basto océano al frente y el majestuoso sol sobre su cabeza. Asombrado, miró de dónde venía la voz. Era una niña de no más de diez años que movía sus brazos en el aire de manera errática. —¡Deja de perder el tiempo, vámonos! —La Mano reconocía a esa niña, una persona que había olvidado por el pasar del tiempo.
Al caer en consciencia, intentó ponerse en pie, pero no vestía sus botas ni sus ropas de viaje. En su mano no portaba aquel guantelete, mas en su pecho aún colgaba su cristal. Al observar, sus manos volvieron a ser las de un infante y solo poseía unas sandalias y unos viejos harapos. Sorprendido, alzó la mirada al cielo donde volaban gaviotas tranquilamente mientras la brisa del mar y el oleaje le recordaban la isla de donde provenía. Tras unos cuantos segundos, en su mejilla corría una lágrima. No era de tristeza sino de anhelo y paz.
—¡Ya no estés vagueando, se nos hace tarde y no quiero volver a quedarme en la playa! —de un empuje, cayó en la arena. La niña de entonces había cargado contra él con tal de llamar su atención. —Hoy van a pescar más allá de los corales, ¡No podemos perdérnoslo! —La voz aguda le era molesta, pero la nostalgia de sus palabras solo dibujó una pequeña sonrisa en su cara y sin dudarlo dos veces, se puso en pie y corrió detrás de ella.
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Edge of Faith
AventuraQué estarías dispuesto a sacrificar para lograr tus metas? La Mano del Demonio, un hombre con dos únicas tareas: Sobrevivir y descubrir su pasado. En su travesía para revelar la historia armado solo con su guantelete, viaja a través de la tierra dev...