XXXIV: Un sacrificio por una victoria

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—¿Crees que puede funcionar? —Preguntaba La Mano observando a Cole. El joven guerrero se arrodilló en la nieve y empezó a dibujar. El dibujo mostraba una persona rodeada por un círculo. Trazó varias equis a su alrededor dando a entender que era imposible acercarse por los lados. Sin embargo, arriba de su dibujo, había rayó unos arcos en forma de eme. —No comprendo... —El forastero aún no entendía los dibujos e intentaba descifrarlos volteando su cabeza una y otra vez. La paciencia de Cole culminó y tomando la cara del viajero, apuntó a las aves en un árbol cercano y fue entonces dónde La Mano entendió el mensaje.

El estruendo de la cercanía de Trish se volvía cada vez más fuerte. La supremacía sonora de los céfiros cesó al retumbar de los árboles acercándose cada vez más. Cole asintió y se preparó para salir hasta que fue detenido por su compañero tomándole del brazo. La Mano tendió su brazo hacia él mostrándole la parte interna del mismo.

—Hazlo. —Dijo el forastero. No obstante, no le soltó. Cole le volvió a ver, preocupado por la solicitud de su acompañante. —¡Hazlo! ¡No hay tiempo que perder! —El guerrero sabía lo que debía hacer, pero su cuerpo no reaccionaba; estaba atemorizado de lo que podría suceder.

A sus espaldas, el derribar de los árboles. Trish aparecía vestida de un fuego oscuro. Su cuerpo se volvió negro y solo se lograban distinguir sus ojos; unas pupilas grandes y blancas. En limitadas ocasiones se podía observar las lágrimas caer por sus mejillas.

—Hagan que se detengan... —Suspiraba levemente la asesina. —Por favor...—Al terminar, los látigos salieron disparados a su alrededor eliminando todo obstáculo a la redonda. Sin embargo, dentro de su cabeza, seguía combatiendo la muchedumbre de voces en su cabeza. "¡Apártense de mi camino, inútiles!", gritaba la voz principal entre la eterna discusión en el subconsciente.

Al frente, Cole en posición de guardia y con sus pantalones manchados de sangre. La Mano, por otro lado, sostenía con su guante su brazo izquierdo que sangraba. A sus pies, su mano izquierda tendida en el suelo sobre un charco de sangre; había cortado su extremidad. En su pecho, volvía aquel brillo rojo de su colgante y su cara cambio a una expresión estoica. Su cuerpo no se retorcía ni siquiera suspiraba a regañadientes acerca del dolor.

—Solo tenemos una oportunidad, niño. —Comentaba La Mano a Cole. —Has que valga la pena. —En ese momento, la herida se comenzaba a cubrir del material escamoso del guante y poco a poco comenzaba a regenerar. El guerrero de las montañas hizo a correr, pero aparecía rodeado por tres figuras negras; era el mismo tipo de engendro que enfrentaron más allá del bosque. —¡Cole! —Exclamó el viajero —, Debemos ocuparnos de estos antes de poder hacer algo. —Las tres figuras desenvainaron sus dagas mientras se acercaba Trish. 

A la lejanía, las pisadas eran silenciadas por la espesa nieve que rodeaba el bosque. Siguiendo el rastro de caos, esprintaba la figura encapuchada: "No comprendo...," la voz en la cabeza del combatiente intentaba comprender la situación "¿cómo pudo desbloquear el tercer despliegue saltando por completo el segundo?".

—Espera, —respondió la figura —, ¿Es el tercer despliegue? No estábamos conscientes de siquiera poder llegar al primero. —"Eso es lo que me preocupa. Nadie sabía que podía alcanzarlo, lo cual significa que ahora no podemos confiar en sus visiones. Mantente cerca de sus acompañantes, puede que tengan una idea". Para el ser de identidad desconocida, era imposible observar la escena, pero dado el desastre causado por el avatar de las voces, se temía lo peor.

La nieve se levantaba del suelo al caer de los látigos sobre la tierra y la sangre manchaba la pálida cobertura. Las armas accionadas por los gatillos salían disparadas en múltiples direcciones. El guantelete de La Mano lograba detener la mayoría de los disparos, pero su arma quedaba completamente inutilizada. Su mano izquierda aun continuaba sanando, puesto que su regeneración no había pasado de más de su muñeca. Eso, sumado al dolor que seguía generándole, le ponía en desventaja contra dos oponentes. 

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