Capítulo 7 'Emborracharnos'

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Al día siguiente, Sam no quiso ir a la escuela. Estaba más deprimido que nunca. La noche anterior, cinco chicas habían estado con ellos. La gran diferencia, es que las chicas de Ryder, Artie y Finn, eran chicas que a ellos realmente les gustaban, mientras Puck y él conocían recién a las chicas. Como era de esperar, Sam tuvo relaciones con ella, en el baño. ¿Qué pasaba con él?
-Vamos, no puedo ser tan malo ¿o sí? –se preguntó mientras tomaba una ducha. El agua tibia recorría su cuerpo, mientras recordaba a la rubia de la noche anterior. Tenía un cuerpo espectacular, y le había propuesto otra cita, pero él se había negado y había recibido una cachetada. No quería más esta vida, pero no tenía idea como cambiarla.

Su celular de pronto interrumpió sus pensamientos. Contestó, la voz de su mejor amiga, totalmente quebrada y destruida, lo alarmó.
-¿Quinn? –Preguntó preocupado -¿pasa algo?
-Escapé del colegio, ¿puedes venir a buscarme? –estaba llorando, su voz lo delataba.
-Claro preciosa, voy enseguida, espérame en la esquina –cortó el teléfono y tomó sus llaves, prácticamente corrió hasta el colegio. En la esquina, estaba ella. Hermosa, como siempre, un vestido dejaba ver sus bonitas piernas, su figura se veía perfecta. Se acercó a ella, le tocó el hombro. Ella volteó y al verlo, se tiró sobre él y se lanzó a llorar. Su corazón se apretó al escuchar su llanto, la forma destruida en que sollozaba. Él la abrazaba y le decía que todo estaría bien, mientras ella escondida en su pecho, respiraba con dificultad. Él le tomó la mano y la hizo caminar, necesitaban llegar a su casa, no quería que nadie la viera así.
Llegaron, el fue por un vaso de agua, la hizo sentarse, la miró mientras ella con cierta dificultad bebía el vaso de agua. Ella suspiró largamente mientras cruzaba las piernas y se acomodaba. Sam miró disimuladamente sus piernas descubiertas, e intentó mantener la compostura. Ella lo provocaba.
-Ahora me contarás claramente que pasó –dijo Sam mientras la miraba fijamente. Ella asintió, Sam se dedicó a observar sus facciones. Sus labio inferior temblaba, siempre le pasaba cuando lloraba o estaba nerviosa, sus ojos cristalinos y rojos producto del feroz llanto, lo miraban con temor, con inseguridad. Sus mejillas tomaron un color rojo.
-Bree… -susurró. Sam como por arte de magia prácticamente pudo comprender casi todo. Bree, era una chica que solía juntarse con Sam y ese grupo. Capitana de las porristas, una morena con una figura realmente maravillosa, de unos grandes ojos azules. Se había acostado con la mitad del colegio, o más. Sam no fue la excepción.
-¿Qué te hizo? –preguntó Sam. Ella odiaba con toda su alma a Quinn, la razón estaba ahí, con su pelo rebelde cayendo por su frente y observándola.
-Me dijo cosas horribles –dijo ella mientras las lágrimas volvían a caer por su rostro, ese perfecto rostro de ángel que Sam deseaba. –me gritó que era una arrastrada, delante de todos, me tiró bebida en el vestido solo porque choqué con ella, luego… -le costó hablar y describir lo que había pasado –me dijo que tú eras mi amigo solo por pena, porque yo era una estúpida que estaba sola todo el día, que ningún chico me pondría atención… le dije que estaba equivocada, pero me dijo ¿Hablas de Brody? Puedo decirte que anoche estuvo en mi cama. Solo se metió contigo para alejarte de Sam, porque se lo pedí. Entonces Brody miró hacia otro lado y yo… me siento mal –dijo –me trató de gorda horrible, y me dijo que…
-¿Qué cosa? –preguntó Sam mientras sus puños se presionaban.
-Que probablemente mi madre no me tomaba en cuenta porque desearía nunca haberme tenido –entendió porque estaba destruida. Su madre no era muy comunicativa, y solía preocuparse de otras cosas más que de ella. Ella tapó su rostro y siguió llorando. Sam sintió su pecho apretado al verla llorar de esa forma.
-Ven acá –le dijo indicando sus piernas. Cuando Quinn estaba triste, ella solía sentarse en sus piernas, y apoyarse en el pecho de Sam mientras el le decía un montón de cosas que la animaban. Ella obedeció. Sam cerró los ojos al sentirla tan cerca. Ella seguía llorando –escucha ¿tú le crees a Bree? Ella es una estúpida y pobre tipa, quien no tiene nada mejor que hacer que molestar, ella no es como tú, no caigas en su juego. –le dijo Sam con ternura. –ella tiene amigos falsos, una vida de distorsión, y se acuesta con todo el imbécil que se le cruce. –ella lo miró, con una mueca extraña.
-Tú también haces eso, no eres el mejor para hablar de ella de esa forma… -dijo ella dolida en voz baja
-Pero yo no tengo falsos amigos y no ando molestando a nadie ¿cierto? –ella asintió.
-Los chicos y tú no pertenecen a ese grupo –Dijo ella –ustedes no son como ellos, tú tampoco Sam –ella se levantó un poco y lo miró a los ojos, esos ojos verdosos la miraban con cautela –tú… eres diferente Sam, cuando estás conmigo eres una persona, y con ellos eres otro. Todo lo que haces es para seguir con ellos… no lo hagas, no cambies tu esencia… -pidió ella. Por la mente de la muchacha cruzó la idea de un futuro juntos, donde el no fuera el mujeriego que era, ella estaría profundamente enamorada de él. Pero no, no podía permitírselo, no cuando él se acostara con toda persona con pechos y un buen trasero.
-¿Qué te hace pensar eso? –preguntó Sam un poco desafiante. Ella lo miró a los ojos, Sam casi sintió que el cuerpo no le respondía al fijarse en sus ojos verdes.
-Lo veo en tus ojos –respondió ella. –lo siento Sam, te conozco. –esa afirmación logró hacer latir locamente en corazón de Sam. Luego de un largo silencio, ella dijo algo que sorprendió a Sam –Sam, quiero que nos emborrachemos.

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