Capitulo 25: He Loves me? 1/2

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Las miradas y murmullos no se hicieron esperar. Sam Evans había confesado frente a toda la secundaria que estaba enamorado de ella. Entonces, lo siguiente pasó rápido. Sam saliendo a largos y rápidos pasos de la cafetería. Ryder, Artie y Puck corriendo tras él. Quinn sin creer nada, mirando a Rachel totalmente asombrada. Rachel no sabía si era felicidad o rabia lo que sentía.
-Creo que no puedo seguir aquí –musitó Quinn
-Dios, no puedo perderme Matemática –dijo Rachel preocupada.
-Yo te doy la materia –dijo Brittany con amabilidad. Rachel le agradeció y salió con su amiga de la cafetería. Corrieron buscando a los chicos, pero solo encontraron a Artie diciendo que cubriría a los chicos, pues Sam había escapado de la secundaria.
-¿Y qué piensas hacer? –le preguntó Rachel
-No lo sé ¡estoy demasiado confundida! –dijo –nunca creí que Sam... ¿por qué yo? No tengo nada fuera de lo común, no soy como Bree, o Amber o...
-Eso es, no eres común. Eres única, por eso el te ama. –dijo Rachel sonriéndole con dulzura.
-¿Tú lo sabías? –preguntó ella. Rachel asintió mordiéndose el labio.
-No podía ser yo quien te lo dijera, Sam debe hacerlo y de la forma correcta. –dijo. Quinn asintió. Su cabeza daba mil vueltas, ¿Sam realmente la amaba? No había nada claro en su mente, ni en su corazón. Quizás era todo una broma y no quería tampoco ilusionarse, pero es que ¡Sam la amaba! Ahora todo parecía claro, Sam, el mejor amigo, oculto enamorado, que la protegía de todo lo malo que pudiese pasarle. Sam, quien pese a cada pelea, terminaba riéndose con ella. Sam, quien pese a acostarse con todas siempre la había preferido.
Pero ahí había un obstáculo. Su pasado nunca la dejaría en paz. Lo celaría toda la vida. ¿Pero importaba pensar eso ahora? No, solo quería encontrar a Sam.
-Llamaré a Finn–dijo Rachel. Ella asintió. Marcó el número -¿Finn? ¿Dónde estás? ¿Dónde está Sam? –Rachel arqueó una ceja. –le diré que vaya, necesitan hablar. Claro, adiós.
-¿Dónde está?
-En su casa, en su habitación, oculto –ambas rieron. –ve, yo te cubro –le guiñó un ojo. Ella asintió y corrió. No quedaba tan lejos. No tenía idea que diría, solo necesitaba hablar con él y verlo a los ojos. Que el le dijera frente a frente la verdad.
Llegó, la puerta estaba entreabierta. Finn y Puck estaban en el sofá sentados seriamente. Ella entró y ambos levantaron la vista.
-¿Dónde está Sam? –preguntó ella con suavidad.
-Encerrado en su habitación –contestaron ambos.
-Iré a... hablar con él –musitó Quinn. Ambos se miraron y asintieron. Ella subió las escaleras algo asustada. No tenía idea de que decir, no tenía claro absolutamente nada. Todo era extraño, todo había sucedido demasiado rápido. Cada escalón que subía era como un flash back de cada momento que había vivido con Sam. Como olvidar cada momento, aunque ella no fuera consciente aún, estaban hechos el uno para el otro de alguna forma. Ella ya estaba fuera de la puerta. Sonrió al recordar cada vez que Sam se enfadaba y se encerraba en su habitación, y ella golpeaba incesante hasta que el abría la puerta, y podían volver a reírse juntos. Era algo así como lo que ella esperaba. Pero sabía que lo menos que habría serían risas. Realmente era muy difícil que pudieran reírse, hasta hablar se le haría difícil. Por alguna extraña razón, estaba demasiado nerviosa.
Se armó de valor, debían hablar sí o sí. Golpeó tres veces la puerta. No hubo respuesta alguna. Apoyó su oreja en la puerta, por si escuchaba algo. Y sí, escuchaba a alguien sollozando. Sam estaba llorando. Le partía el alma sentirlo llorar.
-Sam, soy yo –dijo finalmente. Silencio, nada ocurrió. –Sam, ábreme la puerta ¿quieres?
Esperó otro rato. Nada pasaba. Sam estaba en una lucha con su corazón y su mente, no sabía si abrirle la puerta o no. No sabía si quería que hablaran o no.
-Sam cariño, ábreme te lo ruego –pidió ella.
Entonces, luego de otro silencio, la puerta se abrió. 


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