Capítulo 39: Siempre te amaré...

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Despertó con un pequeño pitido de su reloj como estaba programado. Temía despertar a Sam, así que lo apagó de golpe. El solo se removió un poco y dio un suspiro, para volver a su tranquila y armónica respiración. Ella respiró aliviada, no tenía otra forma de hacerlo, le quedaba ser cobarde solamente. Muy cobarde. Se vistió rápidamente, y sacó un sobre de su bolso, solo decía 'Sam'. Estaba tratando de aguantar y no llorar, o lanzarse a los protectores brazos de su novio y llorar, pedirle que la secuestrara, lejos de ahí, o cualquier cosa, menos dejarlo.
Dejó el sobre, y miró a Sam. Estaba con la manta hasta la cintura, dejando su pecho descubierto. Sus cabellos rubios caían rebeldes por su frente, sus labios estaban entreabiertos, y sus mejillas levemente sonrojadas. Respiraba tranquilo, totalmente ajeno a lo que pasaba a su alrededor, viviendo sus sueños, sin tener absoluta conciencia de lo que descubriría en un par de horas. Ella se inclinó y besó la frente de Sam, cerrando los ojos. Luego besó sus labios, el se movió pero no despertó. Entonces salió sigilosamente. Cerró la puerta de la casa de Sam, la miró y las lágrimas no tardaron en salir. Corrió al garaje de su casa, lo abrió con cuidado, esperando el taxi que pronto llegaría para llevarla al aeropuerto. Todo estaba listo. Sacó su maleta, mientras miraba Londres con pena e impotencia.
El taxi llegó rápidamente, puso el equipaje en el maletero, y subió.
-Al aeropuerto, por favor.

Sam despertó perezosamente, e inmediatamente estiró el brazo para asegurarse que su novia seguía allí. Pero no estaba. Abrió los ojos y pestañeó fuertemente. Suspiró, quizás tenía cosas que hacer.
Fue a ducharse, miró la hora y encontró obvio que Quinn no estaría durmiendo hasta las dos de la tarde. Le dolía la cabeza, maldita resaca. El agua tibia lo relajó, fue a vestirse y a buscar alguna píldora para el maldito dolor de cabeza.
-Hola mamá –dijo besándole la mejilla a su madre -¿viste a Quinn?
-Al parecer se fue temprano, no la vi –dijo Mary despreocupada –está el almuerzo, flojo. Así que podrás tener tu dosis de almuerzayuno. –ambos rieron. Dwight llegó con una sonrisa, mientras se sentaba a la mesa.
-Tienes un rostro de resaca que hasta un niño pequeño se percataría de cuanto tomaste –rieron.
-Se me pasó la mano, bailando, ya sabes –musito Sam.
-Bebiendo diría yo, no culpes al baile –dijo su madre con una gentil sonrisa. Sam se rio sacudiéndose el cabello con la mano.
-Fue el ambiente –dijo Sam. Dwight y Mary rieron, negando con la cabeza. Sam les dio una sonrisa divertida. Mary puso los platos en la mesa, y comenzaron a comer. Entonces, sonó el teléfono de Sam. Se disculpó un momento, y contestó. -¿Hola?
-Sam–Finn sonaba serio, y tono era seco.
-¿Qué pasa Finn? –preguntó mientras se metía un poco de puré en la boca.
-¿Dónde estás? –preguntó ahora con la voz más relajada.
-En mi casa... -dijo Sam frunciendo el ceño. Algo no andaba bien.
-¿Estás con Quinn? –preguntó.
-No, estoy con mi madre y con Dwight almorzando Finn, Quinn se fue temprano creo, no la vi irse –dijo Sam relajado.
-Yo... estaré en tu casa en veinte minutos –Finn cortó el teléfono. Sam frunció el ceño extrañado, mientras masticaba la comida. Mary y Dwight estaban charlando sobre algún tema que no logró captar desde el principio, así que le quedó dando vueltas por la mente la extraña llamada de Finn.
Terminó de almorzar y se excusó, subió a su habitación. Quizás debería llamar a Quinn, pensó, podría ser que ella supiese que sucede con Finn. Marcó el número, pero nadie le contestó. Suspiró y dejó el celular sobre su velador. Entonces un sobre cayó al suelo. Frunció el ceño, y perezosamente se agachó a recogerlo. Tomó el sobre entre sus dedos y lo volteó, decía su nombre, y la letra le parecía familiar. Lo abrió, muerto de curiosidad, aunque por otro lado le palpitaba fuerte el corazón. Presentía que era algo malo, no sabía por qué.
Suspiró al ver más claramente la letra. Era de ella, de Quinn.
Querido Sam:
Cuando termines de leer esto, estarás odiándome, pero antes de que me odies, quiero explicarte un poco acerca de esto...
Lo siento tanto Sam, siento que vayas a tener que pasar un mal rato por mi culpa, no fue jamás mi intención hacerte daño, pero no podía más... fue lo mejor que se me ocurrió, mi mejor alternativa. Te amo, no sabes cuanto te amo y solo quería tu bienestar y que fueses feliz, pero conmigo no lo lograrías, ni siquiera podía estar en paz conmigo misma, eso solo te traería problemas a largo plazo, y solo quiero verte feliz...
Cuando leas esto, probablemente esté muy lejos. Escapé, necesitaba escapar de mi tortura, necesitaba huír Sam, espero que me entiendas... quizás al principio no lo harás, pero sé que algún día te darás cuenta el porqué de mi decisión. Sé que ninguna de mis explicaciones jamás será suficiente para compensar el daño, pero Sam, te mereces algo mejor. Mereces una chica buena para ti, que no tenga ningún complejo, no alguien como yo Sam. Lo siento mucho, siento haberme metido en tu vida solo para arruinarla... lo siento demasiado.
Por otra parte, no creas que estoy bien. Estoy destruida, totalmente mal... quisiera volver, abrazarte, besarte, y decirte que te amo cuantas veces quiera, pero no puedo... ¡si tan solo las cosas volvieran atrás! Me duele dejarte Sam, me rompe el alma, estoy enamorada de ti, eras el amor de mi vida, cada momento contigo era perfecto, tú lo hacías perfecto. Siempre te ame Sam, consciente o inconscientemente estuve enamorada de ti, de esa sonrisa tuya, de tus ojos verdes, de tu cabello que me volvía loca, de tu cursilería y tus repentinos ataques de inmadurez, de tu forma de reírte, de tu forma de besarme, de tus labios... de ti Sam, te amo, te amo y no me canso de decirlo. Odio mi vida ahora, y aún no he estado mucho tiempo sin ti. Pero... pero es que solo un día sin ti me desespera. Quería pasar mi vida contigo, y ahora saber que tendré que pasarla sin ti, eso me tortura... y es mi culpa, no fui lo suficientemente valiente, pero no pude... quisiera volver atrás, y hacerte el hombre más feliz, tal como tú me hacías la mujer más feliz de este mundo.
Perdóname Sam, solo eso... perdóname por haber sido cobarde, y perdóname por haberte arrastrado conmigo en mi sufrimiento.
Nunca te olvidaré, lo tengo más que claro. Pero quiero que seas feliz, habrá alguna chica que te ame y te haga feliz. Lo mereces, más que nadie.
Te ama con toda su vida, Quinn.
En ese momento, Finn quien corrió escaleras arriba, abrió la habitación de la puerta de Sam, y ver una imagen de su mejor amigo, que tal como había pensado, era doloroso verlo.
El muchacho de ojos verdes estaba mirando hacia la nada, la carta arrugada entre sus dedos, como si la presión que ejercía sobre ella pudiera borrarla, pudiera hacer que ella volviese a él. Sus ojos estaban inundados en lágrimas, pero el no pronunciaba palabra o siquiera se movía. Finn se acercó sigiloso a verlo.
-Sam–musitó algo inseguro de la reacción de Finn. –Sam, hermano, di algo.
Sam se levantó bruscamente, fue hasta su escritorio, lleno de libros y cuadros, y lo primero que hizo fue tirarlo bruscamente todo al suelo soltando un doloroso sollozo. Rompió algunas cosas más, pero Finn evitó que se hiciera daño, agarrándolo fuerte. Sam sollozó fuertemente, sin decir absolutamente nada.
Por la mente de Sam no había mucho que recorrer, odio, odio y más odio. Dolor e impotencia. Se sintió poca cosa, sintió odio contra si mismo. Nunca, jamás había sentido algo semejante al dolor que sentía por la partida de Quinn. Pasó un rato hasta que se relajó y solo sollozaba, abrazando sus rodillas, y con la cabeza entre ellas. Finn permanecía quieto y sintiéndose impotente. Su mejor amigo lloraba como un pequeño niño, desconsolado y herido, y él no podía hacer absolutamente nada. Y ahora el comenzaba a preguntarse ¿por qué?
Miles de respuestas, una tan absurda como la otra. Pero todas tan probables al mismo tiempo. ¿Habría dejado de quererlo? ¿Estaba con otro? ¿Él había hecho algo mal? Ninguna respuesta, nada. Ni siquiera un adiós, ni siquiera un "quiero cortar con esto", nada, no había explicado nada.
Entonces, miró a su mejor amigo. Recordó la llamada. Finn debía saber algo.
-¿Cómo...? –le preguntó con la voz entrecortada -¿cómo sabías?
-Rachel... -susurró Finn mirándolo inseguro. Sam herido podía actuar de cualquier forma. -Quinn le dejó una carta.
-¿Por qué? –preguntó Sam.
-No lo dejó claro, algo le sucedió Sam, no creas que tiene que ver contigo –dijo Finn preocupado –ella... algo raro sucedió, pues según Rachel, ni siquiera su madre lo sabía. No tienen idea donde fue, pero probablemente fue hacia Londres. Con su padre. –dijo Finn. Sam intentó dejar de llorar, pero le era inevitable. ¿Londres? ¿Cómo podría encontrarla si ni siquiera sabía donde vivía el padre de Quinn?
-Quiero irme a la mier*da –dijo Sam, Finn le dio un cariñoso y consolador abrazo de amigos. Sam lloraba, destruido por dentro, como si lo hubiesen partido en mil trozos.
-Amigo... -dijo Finn –no hagas alguna estupidez ¿quieres? Intentaré averiguar algo más junto con Rachel, llamaré a los chicos para que vengan a hacerte compañía. –dijo el muchacho parándose rápidamente.
-Quiero estar solo Finn... -dijo Sam con tono apagado.
-Solo si prometes que no harás nada lo suficientemente *beep*. –dijo Finn fulminándolo con la mirada.
-Lo prometo. –dijo Sam sin mirarlo siquiera. Finn asintió y salió, aún así llamó a los chicos para que lo estuviesen vigilando


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Estoy de regreso! lml *momento de twerk intenso* espero que haya sido de su agrado, creanme ya me tendran otra vez aqui, haciendolas sufrir con nuestra pareja fav

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