Capítulo 6
La puerta se abrió de golpe.
-¿Sam? -Quinn estaba sorprendida de verlo.
-Por poco no me reconoces ¿eh? –dijo el dolido.
-¡Que ******* eres Sam! –Dijo ella algo divertida –solo que no creí que vendrías, Puck me dijo que Smith te castigó.
-Fue un buen castigo –dijo recordando cómo se la tiró -¿puedo pasar?
-Claro, pasa –entraron, se dirigieron al sofá. Ella le ofreció un vaso de jugo que él aceptó. Se sentó con él.
-Así que hoy no me esperaste –dijo él fríamente. Ella se tensó, se sintió bastante mal por no haber esperado a su amigo.
-Lo siento Sam, olvidé avisarte que Brody pasaría por mí –dijo ella acariciando la cara de su amigo. Por un momento, Sam olvidó el motivo de su enojo. Suspiró ante el toque, su corazón se aceleró como nunca.
-Está bien, te perdono –dijo el cediendo ante ella, no podía enojarse, ella era demasiado buena.
-Te quiero ¿lo sabías? –ella se lanzó en sus brazos a abrazarlo, el contacto de su cuerpo contra el de ella lo hizo estremecerse, sin que ella lo notara. –eres el mejor amigo del mundo.
-Yo también te quiero –dijo el suavemente. “Si tu supieras cuanto” pensó.
-Bien ¿y qué tal el castigo? –Sam se tensó un poco pero luego sonrió. Nunca desperdiciaba un momento para intentar darle celos, que aunque no resultaran como el planeaba, aún mantenía la esperanza.
-Cumplí la apuesta –dijo Sam orgulloso. Ella arqueó una ceja. –me la tiré, en su oficina.
-¿Hablas enserio? –preguntó ella anonadada.
-Sí, mira, estaba escribiendo todas las idioteces que se le ocurrieron como castigo, entonces le pedí ayuda en algo, esa era la excusa, y bueno allí la acorralé contra la pared, le puse seguro a la puerta y la subí en el escritorio –dijo Sam orgulloso –entonces…
-No quiero saber más –dijo ella con asco en su cara.
-Gritaba como loca –se burló Sam –sobre todo cuando la volteé y…
-¡SAM! –gritó ella abriendo los ojos. Sam se río divertido ante la reacción de su mejor amiga –supongo… que usaste protección.
-Al principio Smith no quería, decía que no era igual con eso puesto –ella puso los ojos en blanco, mientras Sam reía. –pero le dije que era muy pequeño para tener hijos, ella río y bueno, me lo puse. Debo admitir que tiene mucha experiencia, digamos que ha sido una de las mejores que he tenido –dijo Sam.
-¿Es esto lo que quieres para ti, Sam? –preguntó Quinn un poco sorprendida. Sam arqueó una ceja. –Sam, ¿por qué no encuentras una chica y tienes una relación seria? –Sam suspiró rodando los ojos.
-No creo en el amor –dijo el finalmente.
-¿Por qué? –preguntó ella. Sam la miró fijamente, su rostro de ángel, esos ojos verdes grandes e inocentes, esos labios carnosos y deseables, su piel pálida contrastada con sus mejillas la mayoría de las veces con un color sonrojado. Ella era el motivo, por ella, no podía amar a nadie más.
-Porque… porque no –dijo Sam.
-Eso no es una respuesta, Evans –dijo ella frunciendo el ceño.
-No entenderías –dijo Sam
-Si no quieres decirme, estás en tu derecho. –dijo ella finalmente. Sam frunció el ceño, la amaba pero no podía decirle que era ella el motivo de su decepción en cuanto al amor. Si tan solo supiera que lo volvía loco.
-¿Qué tal todo con Brody? –preguntó Sam para desviar el tema. Aunque le doliera como nunca hablar del tema con ella, preferiría eso antes de quedar al descubierto.
-Es un gran chico –dijo ella. Sus ojos brillaron, Sam sintió su estómago apretarse -quizás es algo rápido, pero me gusta estar con él. Pasará todos los días por mí para ir al colegio –Sam arqueó una ceja. –Lo siento Sam…
-No… no importa, debes conquistarlo –dijo el fingiendo una sonrisa. Ella ni siquiera notó lo forzada de esa sonrisa que escondía todo su dolor.
-Gracias –dijo ella sinceramente. Lo abrazó otra vez. Sam cerró los ojos con fuerza mientras sentía su frágil cuerpo contra él del.
-Para eso están los amigos, mi vida –dijo dulcemente Sam.
Ella sonrió, sabía que Sam era un amigo excepcional, quizás no era un buen chico con las mujeres, pero para ella era el mejor amigo que existía.
-Te quiero Evans –dijo ella besándole la mejilla. El sonrió de forma casi paternal, observándola con ternura. Ese simple contacto, casi le quemó la piel. Era como si todo lo que ella hiciera fuera sensual, absolutamente todo.
-Yo también te quiero princesa –dijo él sonriendo.
-¿Qué tal una partida de X-box? –preguntó ella desafiándolo. Sam sonrió y de inmediato aceptó, corrieron escaleras arriba y comenzaron a jugar. Siempre se entretenían así, estaban hechos el uno para el otro en cuanto a personalidades, eran inmaduros en cuanto a juegos, maduros cuando debían serlo, a excepción de la necesidad de Sam por acostarse con todas las chicas de la secundaria. Pero fuera de eso, el era maravilloso. Ella lo quería mucho, nunca de la forma en que ella quiere a Brody, siempre como un hermano.
-Te gané –dijo Sam finalmente sacándole la lengua.
-¡Tramposo! –dijo ella frustrada
-Mala perdedora –dijo el sonriendo
-No soy mala perdedora –dijo ella riéndose.Sam la miraba embobado. Su risa, quizás lo que más amaba. La forma en que sus labios se curvaban cuando reía, definitivamente lo maravillaba.
-Debo irme, tengo que juntarme con Ryder en una hora –dijo Sam –así que… nos vemos –ella asintió. Sam se acercó y le besó la mejilla –te quiero –dijo en un susurro. Ella sonrió.
-Yo también.
Sam se marchó a su casa, debía cambiarse de ropa para salir con Ryder. Aún en el camino pensaba en ella, quizás tenía razón, quizás necesitaba cambiar. ¿Qué tal si el cambiaba y ella se fijaba en el por fin? Podría ser una buena opción, quizás eso era lo que necesitaba.
-Hola Sam –lo saludó Ryder cuando pasó por él. Se dieron la mano.
-Hola Ryder –dijo Sam dando una forzada sonrisa. Ryder era uno de sus mejores amigos, lo conocía bastante. Siempre sabía lo que pasaba con él.
-¿Estás bien Sam? –preguntó Ryder observándolo con cuidado. Sam asintió sonriente, pero algo no lo convencía. Ryder lo observó sin decir nada más, mientras manejaba hasta la casa de Finn, donde más tarde, tenían una junta con chicas.
-Llegó el alma de la fiesta –dijo Puck divertido –el caza mujeres mayores –Sam sonrió y los chicos rieron con gracia.
-Sí, y ahora quiero usar tu moto. –dijo Sam mientras se apoyaba en la pared. Puck arqueó una ceja.
-No creo que te la hayas tirado ya ¿o sí? –preguntó Puck sorprendido.
-Amigo, puedo usar tu moto cuando yo quiera, me la tiré en la tarde –dijo mientras sonría de forma engreída y satisfecha. A Puck casi se le salieron los ojos, mientras Ryder tosió y Finn arqueaba una ceja.
-¡No sé si creerte! –dijo Puck desconfiado, pero aún así sorprendido.
-Pasado mañana tenemos matemática, así que verás lo nerviosa que se pone –dijo Sam mientras tomaba asiento. Artie le dio un vaso con cerveza.
-¿Y qué tal? –Preguntó Puck
-Es buena –admitió Sam –mejor que Bree, aunque definitivamente la mejor fue lejos Tifanny, esa chica sí que sabía lo que hacía –todos rieron –pero Smith grita mucho, aunque eso puede excitarte más.
-¿Tiene bonitos pechos? –preguntó Artie divertido.
-Grandes, muy grandes –dijo Sam haciendo un gesto con las manos, mientras todos reían. –la tenía en el escritorio, mientras ella chillaba con sus piernas alrededor mío. Sus caras eran lo más divertido, se deformaba –todos rieron.
-Eres un ganador, Evans –dijo Puck divertido. –realmente quería tu consola, pero ¡Vamos! Puedes con todas. –Sam sonrió melancólico, había una con la que no podía, solo una. La que lo volvía extremadamente loco.