El día llegó, el baile de fin de curso. Todos estaban emocionados, ahora más que nunca, después de todo, era el fin de la preparatoria, y de absolutamente toda la época escolar simple. Ahora el futuro se les venía encima, y por lo menos, planeaban pasarla bien antes de tener que tomar decisiones.
Sam se estaba duchando, mientras cantaba suavemente una melodía de Poison, una de sus bandas favoritas. Tenía gran habilidad para el canto, pero no le gustaba cantar en público. Ni siquiera a Quinn solía cantarle. Quizás hoy era el día, le cantaría, después de todo, el ambiente lo llevaría a hacer alguna locura por ella.
Mientras tanto Quinn se arreglaba el cabello. Levantó la mirada, y decidió que tenía que lavarse la cara. Los rastros de llanto seguían allí. Suspiró, se mojó la cara y se secó con la toalla. Se puso otra vez frente al espejo, terminó de arreglarse el cabello, se sacó la bata, dejando ver su cuerpo semidesnudo en el espejo. Sonrió débilmente al ver una marca en su cuello, mataría a Sam, tendría que ponerse maquillaje para que no se notase. Se maquilló bastante, borrando las ojeras y haciendo parecer que nada le sucedía. Se puso el vestido, Sam la miraría con cara de pervertido cuando la viese, estaba segura. Se puso los enormes tacones, y terminó los últimos detalles. Sam vendría por ella en quince minutos. Se dio una última mirada, se puso su pulsera favorita, aquella que Sam le dio. Y finalmente, bajó.
Su madre estaba allí, la observó de pies a cabeza y sonrió. Rob, sonrió también, aunque a Quinn le dio miedo la sonrisa maléfica. Lo odiaba, no quería mirarlo a los ojos.
Sam tocó la bocina, mientras se borraba el beso de su madre de la mejilla. Bajó del auto, y se apoyó en él, luego nervioso, volteó a darse otra mirada. Se acomodó la corbata, que necesariamente tenía que ser roja, a petición de Quinn. Sonrió nervioso, entonces la puerta de la casa se abrió.
Si no fuese porque la mandíbula de Sam estaba adherida al resto de huesos de su cara, se abría caído. Estaba hermosa, no, más que eso, estaba jodidamente sexy y preciosa, el solo verla lo hacía pensar cosas indebidas. Tomó una bocanada de aire, y suspiró. (Imagen de como iba Quinn arriba)
Quinn llevaba un vestido rojo, que dejaba sus hombros totalmente al descubierto. Era corto, muy corto y dejaba ver sus largas piernas, usaba unos zapatos plateados con un enorme tacón, su cabello estaba suelto en un bonito peinado, llevaba unos aros negros, en combinación al color de sus uñas y de su bolso. Sus ojos estaban maquillados perfectamente, sus gruesas pestañas enmarcaban sus ojos, más el delineador que le daba una mirada intensa. Sus mejillas levemente sonrojadas, y la mejor parte. Sus tentadores y gruesos labios que iban pintados rojos. Ella sonrió tímidamente, mientras Sam se la comía con la mirada.
-Estás... -no tenía palabras para describir lo perfecta que se veía -¡oh! No sé que decir.
-¿Estoy bien? –preguntó ella mordiéndose el labio. Sam evitó mirar sus labios demasiado.
-Estás... oh dios, jodidamente sexy y perfecta, mi amor –dijo besando la frente de la chica. Le abrió la puerta del copiloto, y le dio la mano para que subiera. Ella sonrió coqueta. Sam saludó con la mano a la madre de Quinn y a su novio. Subió y encendió el auto, tratando de no mirar mucho las descubiertas piernas de su novia. –Ponte el cinturón –susurró. Ella asintió y se lo puso. Sam manejó hasta el gran gimnasio perfectamente decorado de la preparatoria. La ayudó a bajar, tomándole la mano. Ella le sonrió. Entraron tomados de la mano, Sam sonreía con suficiencia. El lugar estaba maravilloso, parecía un local nocturno sofisticado, iluminado a la perfección. Era hermoso contemplarlo.
-¿Lista para una noche inolvidable? –preguntó Sam mientras la tomaba por la cintura.
-Claro que sí –dijo ella sonriéndole. Pasó sus brazos por el cuello de su novio –esta vez, sin interrupciones, serán nuestra noche –susurró ella coquetamente sobre sus labios. Le dio un suave beso.
-Te amo preciosa –dijo el abrazándola con fuerza –nunca lo olvides ¿sí?
-Nunca lo haré –dijo ella con un poco de melancolía.
-¿Pasa algo? –preguntó Sam mirándola fijamente. Ella miró esos ojos verdes que la habían enamorado. Sintió un enorme nudo en la garganta.
-No mi amor, no pasa nada –dijo ella con una sonrisa. El sonrió y le tomó la mano, mientras se acercaban a donde había más gente, allí estaba Finn y Rachel. Les sonrieron. Rachel se veía hermosa, llevaba un vestido negro ajustado y unos tacones plateados. Se abrazaron.
-¿Puedes creer que la preparatoria se va? –Preguntó ella con emoción -¡No puedo creerlo!
-Yo tampoco –dijo ella con una sonrisa –tú ya acabaste la preparatoria –dijo Quinn arqueando una ceja cuando miró a Finn.
-Tengo mis trucos –dijo Sam divertido. Los cuatro rieron
-¿Dónde están los chicos? –preguntó Sam mientras le echaba una mirada a su reloj.
-Artie y Brittany están por allá –dijo indicando la mesa del ponche y la comida –ya sabes... es Artie. –rieron –Ryder y Kitty están bailando por allá –indicó la pista de baile, el castaño tenía tomada de la cintura a la muchacha, y se sonreían, como tontos enamorados. –y Puck con Santana no han llegado aún.
-¿Quieres beber algo o vamos a bailar? –preguntó Sam a Quinn.
-Vamos a bailar, quiero que pasemos una noche extraordinaria –dijo ella mientras le tomaba la mano. El sonrió, y caminaron hasta la pista de baile. La música pop y electrónica los mantuvo entretenidos alrededor de una hora, luego algunos bailes mas atrevidos, en el que Sam tenía que tomar aire para no desnudarla allí mismo.
Fueron a tomar algo de ponche. Se encontraron con Puck y Santana, quienes lucían estupendo. Puck se veía tan sensual como es característico de él, y Santana llevaba un vestido atrevido. Sonreían, mientras Puck llevaba por la cintura a su novia. Sam y Quinn bebieron, no demasiado, ambos querían pasar una noche perfecta, y recordarla el resto de sus vidas. Pasaron algunas horas de música y baile, Quinn ya estaba cansada y comenzaban a dolerle los pies. Le había pedido a Sam que se sentaran. Aunque en ese instante todo paró y la gente se susurraba cosas.
El DJ tomó el micrófono y paró la música. Todos lo miraron atento
-Bien chicos y chicas, son pasada la una de la madrugada, y es hora de un par de lentos. Para enamorarse por última vez en la preparatoria –dijo el muchacho con una sonrisa.
Sam miró a Quinn con una coqueta sonrisa, ella aceptó, era lo que habían esperado.
Comenzó a sonar la canción que salía en la película Bajo La Misma Estrella, cantada por Ed Sheeran. All Of The Stars (reprodúzcanla ahora... P.D. Ese fue mi vals de XV)
Sam la tomó por la cintura, mientras la música a su alrededor los llenaba. Las luces bajaron. Ella posó sus brazos alrededor del cuello de Sam, sin dejar de mirarse, y se balancearon suavemente al ritmo de la música. Sam suspiró, mientras la apegaba más a su cuerpo. Quinn sentía un enorme nudo en la garganta, por fin, todo parecía perfecto. Los ojos verdes de Sam brillaban demostrando lo emocionado que estaba respecto al baile. Todo parecía más bello. Todo había cambiado desde que decidieron darse esa oportunidad. Ella sonreía mientras lo miraba con toda la ternura del mundo. Sam la abrazó contra él, mientras le cantaba la canción al oído.
I can hear your heart on the radio beat
They're playing "Chasing cars"
And I thought of us back to the time
You were lying next to meElla sintió un escalofrío recorrer su espalda, mientras cerraba los ojos. El abrazo de Sam era protector, como si jamás quisiera dejarla ir. Ella le pertenecía, y nunca la dejaría ir. Se separaron y se miraron a los ojos otra vez, era una conexión, era mágico lo que sentían con solo mirarse. Sam pasó su mano por la mejilla de la muchacha, con delicadeza, mientras ella cerraba los ojos. Le tomó la mano y ella dio una vuelta mientras bailaban, el volvió a tomarla por la cintura. No pudo evitar que las lágrimas cayeran por su rostro, aunque le arruinaran el perfecto maquillaje. Lo amaba, ¡dios como lo amaba!, sentir su mano sobre la de ella, mientras bailaban, era un sueño. Amaba cada parte de él, su personalidad, sus risas, sus llantos, absolutamente todo. Ella le tocó la frente con cuidado, pasando por su ojo ya más sano, por sus labios, esos que amaba besar. Se abrazaron, mientras bailaban. Él pasó su mano por sus brazos, hasta tomar otra vez sus manos. Ella pasó la mano por el cabello de Sam, mientras lo acercaba a ella. Se miraron embobados, mientras se acercaban. Cerraron los ojos sintiendo la respiración del otro en sus labios. Sus labios hicieron presión. Ella lo apegó más a su cuerpo, mientras enredaba el pelo de Sam en sus dedos. Movían sus bocas lentamente, realmente estaban en su propio mundo. Nadie, absolutamente nadie, importaba. Ella seguía llorando, de la emoción y del dolor que estaba escondiendo por Sam. Trató de no pensar en ello, le dolía demasiado. Se aferró más a Sam mientras se besaban con tanto amor, con tanta pasión. Se separaron un poco.
-Estoy tan enamorado de ti mi vida –le dijo Sam –eres la mujer más hermosa del mundo. No quiero dejarte ir, jamás. –él le limpió las lágrimas que corrían por sus mejillas. –no llores amor.
-Te amo Sam Evans, te amo –lo besó otra vez, hasta que la canción se acabó.
Se besaron una vez más. Entonces la música cambió otra vez a algo más movido. Sam la tomó de la mano y la llevó fuera del gimnasio. Las estrellas brillaban, la luna relucía más que nunca. Él se sentó en un escalón de una de las escaleras que daba a algunas oficinas, y la hizo sentarse sobre sus piernas. Le tomó las manos.
-Cantas hermoso Sam, no sé como no cantas más seguido para mí –dijo ella mientras limpiaba sus mejillas.
-Me avergonzaba un poco –admitió Sam mientras rodeaba la cintura de ella con las manos. –pero ahora hago todo lo que me pidas.
-Deja de ser tan perfecto, cariño –dijo ella apoyando su cabeza en el hombro de Sam.
-No soy perfecto –dijo Sam
-Sí, lo eres, eres perfecto para mí –dijo ella abrazándose a él.
-Eso me gusta más –admitió Sam. –te amo princesa.
-Te amo, Evans–dijo ella.
Se abrazaron, y al cabo de un rato, entraron otra vez a disfrutar con sus amigos.