Un Ángel En La Madrugada Capítulo 40

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Un Ángel En La Madrugada

Capítulo 40

Narra Camila

Tomé mi copa y di un gran sorbo sintiendo al momento una dosis de anestesia. Al notar que eso funcionaba pedí un trago más, el cual comencé a tomar al instante.

-Jacob: Camila. -Me sentía frágil, me sentía débil y miles de cosas que no podía controlar. Pensar en ella era un error que no podía evitar, ¿cómo se engaña a sí mismo?, ¿alguien había sido tan inteligente alguna vez como para poder hacerlo aun estando consciente de hacerlo?, porque yo estaría dispuesta a pagar unas cuantas clases. -!CAMILA! -Un fuerte llamado me hizo regresar de lo profundo de mi mente. Jacob me miraba confundido y miraba las copas vacías frente a mí con sorpresa. -¿Estas bien? -Preguntó con un poco de preocupación.

-Yep, estoy bien...creo. -Respondí dándome cuenta de que mis palabras no sonaban tan claro como lo hacían quince minutos atrás.

-Jacob: ¡Woow!, me entretuve un poco saludando a un amigo y cuando regresó tienes tres copas más encima, eres una profesional para la bebida chica.

-Creo que no, estoy empezando a sentirme muy extraña. -Dije mientras la silueta de Jacob frente a mi comenzó a aparecer doble vez y sentía rápidamente el alcohol correr por mis venas dejando al paso sus efectos.

-Jacob: Bien, creo que es un buen momento para irnos. -Anuncio mirándome fijamente con preocupación. -¡Shawn, Jasmine! -Llamó obteniendo de ellos solo una mirada. -Es hora de irnos, Camila no se siente muy bien.

-Shaw: Ahora no Jacob. -Respondió regresando sus manos a la cintura de Jasmine volviendo a besarla tierna mente.

-Ellos se miran lindos.

-Estúpido enamorado, he perdido mi amigo. -Susurro con burla mientras me miraba de nuevo. -Bien. -Suspiro. -Creo que tendré que sacarte de aquí  yo solo.

-No, no quiero irme. -Me opuse al momento intentando darle un trago más a lo que quedaba de mi bebida. La idea de regresar a casa no me agradaba para nada, los recuerdos vendrían de nuevo ante mi soledad solo para torturarme, por eso prefería quedarme a mirar a las personas embriagarse, curándose tal vez el dolor que al igual que yo sentía, al menos eso me mantendría distraída.

-Jacob: Vamos Camila, te llevare a tu casa.

-No, no lo harás. -Sonreí con burla retándolo.

-Jacob: Lo haré, no importa lo que digas, no lo hagas más difícil testaruda. -Sonrió tomando mi brazo y pasándolo alrededor de su cuello para que yo me apoyara mientras uno de sus brazos envolvió mi cintura para mantenerme estable. Sin poner más resistencia, me deje guiar por él entre la multitud.

Definitivamente fue un completo reto llegar hasta mi pequeño departamento. Subir las quince escaleras para llegar a mi piso fue tan difícil como si hubiesen sido mil. Jacob abrió la puerta y me ayudó a pasar obligándome a sentarme sobre mi pequeño sofá-cama, dejándome caer ahí.

-¿Alguna vez te han dicho que tienes ojos de perro?, como el pequeño perro de la vecina. -Dije recargando mi cabeza sobre el sofá y cerrando mis ojos, sentía que todo giraba como torbellino sobre mi.

-Jacob: No, nadie me lo había dicho, eres la primera que describe mis ojos de esa peculiar manera. -Aunque estuviera completamente ebria, pude notar como su tono de indignación fue sobreactuado.

-Todo gira como si el demonio de tasmania me estuviera poseyendo.

-Jacob: Dios, no te ves nada bien. -Lo Escuche hablar a un lado mío sintiendo el sofá-Cama hundirse por su peso. -Estas muy ebria Camila.

Un Ángel En La Madrugada (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora