La llegada

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Estación de policía del condado de Beacon Hills

Eda se encontraba dentro de la prisión del condado, algo lejos del pueblo y donde su hermano no tenia jurisdicción, estaba un poco fastidiada y algo adolorida por pelearse con la otra reclusa de su celda, pero debía hacerlo para que la dejara en paz, claro que su ojo morado ahora mismo le estaba reprendiendo por su impulsividad y no podía usar sus poderes de sanación sin que la miraran como un alienígena, del otro lado de la celda estaba la chica que había quedado peor que ella, de hecho ni se movía de su lugar, pero sabía que seguía con vida por su suave respiración.

Un policía, alto, fornido y con cara de pocos amigos se acerca con las llaves listas para abrir su celda, la sacan de su lugar y la llevan a la recepción para que tomara sus cosas.

—pagaron tu fianza, eres libre de irte—

—¿Quién la pago? —

—tu hermano—responde el oficial de mala gana—espero no tener que volver a encerrarte por robo—dice sinceramente mientras le abría la puerta para dejarla salir al recibidor donde estaba su "hermano"

—eso espero yo también—murmura Eda caminando hacia el hombre de cabello negro, chaqueta de cuero negra y ojos verde olivo, esperándola en la entrada, con una cara de pocos amigos—hola hermanito, vaya, me alegra ver que la genética puede cambiar de un momento a otro—

—solo camina—exige Derek tomándola del brazo y llevándola afuera donde estaba su camioneta negra esperándolo

—oye, me estas lastimado—replica Eda soltándose del agarre del hombre lobo quien la observa con el ceño fruncido, claramente estaba irritado

—no puedes seguir haciendo esto Eda, te he sacado de prisión más veces de las que recuerdo—

—yo jamás te lo he pedido, aparte ¿Por qué lo haces? ¿Cómo sabía que estaba aquí? —

—tu padre y yo tenemos un acuerdo mutuo de respeto y no voy a dejar que su unica hija termine en una correccional de menores por robo—

—vaya, que, considerado, deberían darte el premio al mejor hombre lobo del año—su sarcasmo se hace notar mientras se sube a la camioneta

—Eda...

—sí, sé que eres un santo, mira que ayudar al hombre que destruyo tu familia...

—eso está en el pasado—le interrumpe mientras enciende la camioneta y la pone en marcha a Beacon Hills—como miembro de la manada es mi deber cuidarte—

—no quiero ser tu deber, si te sientes forzado a hacerlo entonces regrésame a esa celda—responde furiosa y con el orgullo al tope

—no es lo que quise decir Eda, escucha, se que la pasas mal con todo lo de Chris y lo entiendo, yo...

—no, no lo entiendes, yo estaba bien sin saber nada de este maldito pueblo o de las personas en él, estaba bien con el hecho de que todo el mundo me odiaba y no encajaba en ningún lugar, pero ahora que se lo que es tener una vida, tener un padre, un hogar...

—tienes miedo de perderlo—completa Derek viéndola de reojo, notando sus puños cerrados sobre su regazo, el cabello pelirrojo cayéndole como cascada por un lado del rostro, tapando su mirada, pero no hacia falta verla a los ojos para oler el miedo que sentía, el dolor y la tristeza que se acumulaba en su ser y lo expulsaba para el fino olfato del hombre lobo pudiera detectar sus emociones

—no, bueno, si, en parte—Murmura gruñendo frustrada—tengo miedo de que las personas me conozcan realmente y se aterren de mi verdadero yo, que al saber todo de mí, me dejen sola, como lo han hecho muchos antes...como lo hizo Chris—una lagrima se desliza por su mejilla y cae sobre su puño, Derek se detiene en un semáforo rojo y coloca suavemente su mano en el brazo de la chica, haciéndola alzar la cabeza y verlo a los ojos.

Hell Wolf |Liam DunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora