¿Pueden dos mejores amigos arriesgarse a perderse el uno al otro por darle paso al amor?
Adrien y Marinette son amigos desde que eran unos inocentes y tiernos niños. Crecieron juntos y su amistad se fortaleció, volviéndose prácticamente inseparable...
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—¿Marinette? ¿Estás aquí, hija?
—¿Ah? ¿Qué?
Mamá sonrió, sacudiendo el cesto con crossaints frente a mi rostro, regresándome abruptamente a la realidad.
—Te pregunté si querías más de estos.
—Oh... N-no... Estoy satisfecha.
—Hija... ¿Hay algo que te inquiete? —preguntó ésta vez papá, mientras su inquisitiva mirada se posaba sobre mí. —Has estado muy distraída desde que Adrien te trajo a casa ésta tarde.
Adrien...
Me bastó con escuchar su nombre para que algo revoloteara en mi estómago y mis mejillas ardieran por el rubor. Instintivamente, llevé una mano a mi pecho, sintiendo bajo mi palma el insistente palpitar de mi corazón. ¿Por qué tenía que sentirme de esa manera? Es decir, sólo me había besado con mi mejor amigo, el chico más sexy y deseado de toda la preparatoria.
El chico que me dijo que legusto...
—¿Marinette? —insistió mi madre, quien para entonces se había levantado de su sitio, avanzando hacia mí para apoyar una cálida mano sobre mi frente. Podía ver en su mirada una mezcla de curiosidad y preocupación. —¿De verdad te encuentras bien? ¿Quieres que llame a un doctor?
—¿Qué? ¡No! —sonreí nerviosa, apartando su mano con delicadeza. —Solo me siento algo cansada... Ya sabes, hoy desperté más temprano de lo habitual.
—Es verdad, aún siendo sábado tuviste que madrugar para ayudarnos en la panadería. —mi padre me miró apenado, mientras mamá acarició mi cabello con ternura. —Supongo que lo mejor ahora es que vayas a descansar y mañana despiertes hasta que ya no puedas dormir más.
—¿De verdad? —ambos asintieron, dedicándome la más sincera de sus sonrisas. —¡Gracias!
Me levanté de un salto y abracé a mamá para posteriormente besar su mejilla. Luego hice lo mismo con papá y, antes de continuar con aquel interrogatorio que se habían montado, corrí escaleras arriba, resguardándome en la privacidad de mi habitación.
Respiré aliviada una vez que la puerta se cerró tras de mí. Al llevarme la mano al pecho, me di cuenta que el insistente palpitar seguía allí, mientras que en mi mente, el recuerdo de esa tarde junto a mi mejor amigo parecía haberse estancado en cada uno de sus rincones, asegurándose de hacerme sentir... Confundida.
—Mierda... Tengo que distraerme con algo. —susurré, frotándome el rostro para posteriormente subir la escalerilla que llevaba a la parte superior de mi habitación.
Quería escuchar algo de música, ver alguna peli, leer algún manga, hacer algo que me hiciera pensar en otra cosa que no fuera Adrien y su hermosa sonrisa. Adrien y sus deliciosos besos, Adrien y su embriagante aroma. Adrien y su confesión.
