¿Pueden dos mejores amigos arriesgarse a perderse el uno al otro por darle paso al amor?
Adrien y Marinette son amigos desde que eran unos inocentes y tiernos niños. Crecieron juntos y su amistad se fortaleció, volviéndose prácticamente inseparable...
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—Entonces ¿Ya es oficial? ¿Adrien y tú al fin son novios? —preguntó Alya, mostrando una amplia y tierna sonrisa.
Avergonzada, me limité a asentir, dando un corto sorbo a mi café a manera de distracción.
Esa mañana, me había levantado más temprano de lo habitual, mis padres habían decidido avanzar con su trabajo en la panadería mientras que yo me encargué del aseo de la casa. Justo al terminar, la repentina visita de mi amiga me tomó por sorpresa, aunque al mismo tiempo, me pareció ideal para ponernos al día con las novedades de nuestras vidas.
—No sabes cuánto me alegro por ti, por Adrien —expresó en medio de una amplia sonrisa, dando suaves palmaditas sobre mi rodilla —. Hablo enserio cuando te digo que ustedes hacen una hermosa pareja.
—¿Enserio lo crees?
Alya asintió, tomando del centro de la mesa una galletita de mantequilla para luego sumergirla en su café.
—Nino siempre me lo comentaba, que ustedes estaban destinados a estar juntos pero... Mis celos y egoísmo me cegaron.
—Alya... Yo...
—¡Hey! ¡Pero eso ya pasó! —se llevó la galletita a la boca, luego apresurándose a sujetar mis manos —. Ahora veo todo con claridad. Te quiero, niña tonta, a ti y a ese rubio despistado.
Sonreí, sintiéndome tan avergonzada como aliviada al ver la sinceridad en sus palabras.
—Nosotros te queremos a ti, mucho...
—Lo sé —guiñó un ojo, abalanzándose de nuevo sobre las galletitas —. Por cierto, hablando de Nino...
—¿Ya te lo dijo?
Alya asintió mientras un adorable rubor subía por sus mejillas.
—Nunca me imaginé que alguien como él estuviese interesado en alguien como yo...
Mi amiga soltó una risita, acomodando un rebelde rizo que escapó de su coleta tras su oreja.
—Eso me dijo —murmuró —. Habló de cuánto me admira, de lo intimidado que lo hacía sentir y de cómo ese mismo carácter tan fuerte en mí le fascina.
Me resultó imposible contener la inmensa sonrisa que se dibujó en mis labios mientras que, encantada, escuchaba todas las virtudes que Nino le describió a mi amiga, así como las que ella había recién descubierto en él.
—La noche del baile, se apareció en mi casa, lucía tan apuesto y formal... —frotó sus mejillas, luego virando el rostro hacia mí —. Yo ni siquiera me había arreglado, no tenía pensado asistir pero, al final, él logró convencerme...
—Nino siempre ha sido encantador.
Alya asintió a la vez que esbozaba una tierna sonrisa.
—Fue tan atento conmigo, tan caballeroso, tan lindo... —soltó un suspiro, levantando la mirada al techo —. Al final de la noche, me robó un beso y me pidió una oportunidad.
